martes, 25 de febrero de 2014

lunes, 17 de junio de 2013

Epílogo. ♥

Un año y 3 meses después...

Pedro acomodaba unas carpetas con archivos en su escritorio, mientras murmuraba y tarareaba con alegría partes de la canción "Me gusta" de Ciro y Los Persas… Ese tema ya había pasado un poco de moda pero él nunca dejaba de cantarla, era una de sus favoritas.

Pedro: si pudiera herir tu cuerpo de amor, lo estoy meditando, no habría nada mejor... Nanaaanan...

Estaba muy contento porque ese mismo día era su aniversario de casamiento con Paula, parecía ayer cuando muerto de nervios le había hecho la propuesta en Bariloche, más específicamente en el bello Bosque de Arrayanes. En tres meses habían organizado todo y concretado la unión con sus familias y amigos de testigos, ante la justicia y ante Dios. Ahora todo marchaba viento en popa en la relación y esta sería una noche de festejo junto a su esposa... Lo único que le faltaba era pasar a buscar el regalo al salir de la oficina. Tenía una linda sorpresa preparada para ella, estaba seguro de que no se lo esperaría.
No pudo evitar repasar el hermoso momento del casamiento en su mente mientras terminaba de acomodar sus papeles.

Una iglesia de barrio muy bonita, adornos con flores blancas que mostraban la pureza del acto que iba a ocurrir en ella, los invitados emocionados esperando, el novio ansioso y sin poder dejar de moverse a causa de los nervios, acomodándose el moño negro que completaba su look con el smoking… De un momento a otro la música comienza a sonar: la clásica marcha nupcial llena el ambiente con su melodía. La novia aparece en la puerta con una sonrisa radiante, los ojos brillantes, y cumpliendo con todas las costumbres, ideas, tabúes, creencias que aseguraban un matrimonio feliz: vestida de blanco con fino lazo azul en su cabello adornando el peinado recogido, con unos aros colgantes brillantes prestados por su tía, con unas medias de lycra sanas pero que no estrenaba ese día... Algo azul, algo nuevo, algo viejo y algo prestado. Lista para su GRAN paso.
Con pasos lentos, y aferrada al brazo de su padre se acerca al altar.
El novio, también ahora con los ojos brillantes, tratando de retener las lágrimas que se querían escapar, lágrimas que reflejaban la mezcla de alegría y nostalgia que sentía en ese momento: alegría por estar a minutos de unirse de por vida a la mujer que más amaba y de nostalgia porque  deseaba que su mamá pudiera estar ahí. Recibe a su prometida, la toma de la mano y comienzan a escuchar al Padre. Escuchan atentos, emocionados, felices.

Cura: Pedro Alfonso, ¿aceptas a Paula Chaves como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?
Pedro: Si, acepto (responde en seguida y bastante emocionado).
Cura: Paula Chaves, ¿acepta usted a Pedro Alfonso como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
Paula: (deja escapar una lágrima, mira a su marido con una sonrisa y asintiendo dice) si, acepto.

Luego de esto el cura bendice los anillos y los novios se los intercambian. La misa continua, el cura les da permiso de sellar la unión con un beso y ante los aplausos de sus familiares y amigos que estaban ese día allí, se besan, se abrazan y al escuchar la música que indicaba su salida, avanzan por el pasillo para salir del templo como esposos, unidos ante Dios. Para toda la vida.


Pedro: Como me gustaría repetir las emociones que viví ese día... (Comenta en voz alta recordando el día en que se casó)
Horacio: Pepe, ¿decías algo?
Pedro: (se gira sobre sí mismo, sobresaltado ya que no había oído llegar a su padre) Pa, ¿qué haces? (Se ríe) pensé que estaba solo. Fue un pensamiento en voz alta...
Horacio: ¿qué día querías revivir?
Pedro: Mi casamiento. Hoy se cumple un año, ¿sabes? (Horacio asintió) y me puse nostálgico. Todos los días soy feliz junto a Paula pero las emociones que viví ese día fueron únicas, increíbles.
Horacio: Con el tiempo vas a ir encontrando más días que te marquen tanto como ese (le sonrió con franqueza a su hijo). Si querés anda yendo. Ya no hay mucho que hacer.
Pedro: Dale Pa. Gracias.

Tomo las llaves de su auto del escritorio, su chaqueta que estaba colgada en el perchero junto a la puerta y salió hacia la calle, para terminar de armar la sorpresa para su esposa y luego ir a su casa.
Mientras se acomodaba en el auto para salir en busca del regalo su celular comenzó a sonar y atendió con una sonrisa ya que se trataba de su esposa.

Pedro: Amor, ¿Cómo andas?
Pau: Bien, ¿vos?
Pedro: Bien, por buscar tu regalo.
Paula: ¡Basta! Porque no me queres decir qué es y me pongo ansiosa.
Pedro: (riendo) sos terrible. Solo te digo que te va a encantar.
Paula: ¿No será la perrita que hace rato te pido que me compres y vos no queres, no? (preguntó poniendo voz de inocente, deseaba mucho ese regalo y su novio no estaba dispuesto a tener dos perros pero nunca perdía las esperanzas).
Pedro: No, Pau. Ya te dije que con Moro tenemos suficiente. Ya vas a ver, te va a gustar.
Paula: Bueno, ¿ya saliste?
Pedro: Si, estoy en el auto.
Paula: ¡¿Manejando?! Te dije que no me atiendas mientras manejas.
Pedro: ¡Tranquila! Estoy en el estacionamiento todavía.
Paula: Bueno, mejor. ¿A qué hora llegas? Así yo preparo mi sorpresa.
Pedro: Para cenar estoy ahí.
Paula: genial, nos vemos gordo. te amo.
Pedro: Bueno, nos hablamos después gorda. Porque si no ya veo que llego tarde. ¡Te amo más!

Paula, había salido del trabajo una hora antes de lo normal ese día y la estaba aprovechando para hacer algunos quehaceres de la casa, y esperando a su hermana con la que había intercambiado unos mensajes en cuanto salió de la oficina y habían quedado en verse un ratito.
En realidad todo lo que hacía Pau en su casa era para tratar de no pensar en otra cosa que la tenía muy nerviosa esos últimos días. Había aprovechado que Delfi iba a su casa y le había pedido una cosa que necesitaba... Ahora la esperaba muy pero muy ansiosa mientras planchaba, doblaba la ropa, caminaba por toda la casa ordenando y buscaba hacer lo que sea para calmarse.

Pau: "No le cuentes a nadie lo que te pedí, eh."

Le envió ese mensaje a su hermana y siguió pasando una franela por un mueble que había en el living aunque este ya brillaba de tan limpio que estaba.
Al rato alguien toco el timbre y muy segura de que se trataría de Delfi la abrió, mientras decía: "Más te vale que no le hayas dicho a nadie..." Pero dejó la frase inconclusa al ver que no se trataba de su hermana menor.

Jose: ¿qué cosa no le tengo que decir a nadie?
Pau: ¡Ay Jo! ¿Cómo andas? Pasa (se movió hacia un lado del umbral para dejar pasar a su fiel amiga).
Jose: (entró al instante y cerró la puerta detrás de sí) todo bien... Pero no me respondiste.
Pau: No, es que... Pensé que era Delfi (respondió algo nerviosa)
Jose: ¿en qué andarán las hermanitas Chaves? ¡Miedo!
Pau: (rió) ¡qué mala! ¡Nada malo! ¿Te quedas a tomar unos mate conmigo y con Del?
Jose: Y bueno, dale. Venía a traerte la remera que me prestaste (le da una bolsa), te la lavé, eh (agregó sonriendo)… pero me quedo ya que estoy.
Pau: ¿Pongo la pava o esperamos a Delfi?
Jose: Como tú quieras amiga.
Pau: Vamos a la cocina, ya vamos poniendo el agua.

Cinco minutos después de que Jose había tocado el timbre éste volvió a sonar. Esta vez Pau se aseguró de que era alguien conocido quien llamaba antes de abrir y al ver que era Valen, otra de sus fieles amigas, la dejó entrar.
Valen le contó, mientras caminaba con ella hacia la cocina donde estaba Jose, que había estado haciendo los últimos trámites con los de la inmobiliaria y pronto estaría conviviendo con Hernán, y ya que pasaba por allí y su novio se iba a trabajar quiso saludarla.
Delfina no tardó en llegar y se unió a la reunión de las chicas. Paula le pidió discreción frente a sus amigas con respecto al secreto que tenían entre ellas...

Pedro, en cuanto salió de su oficina viajó bastante en auto ya que la casa del criador de perros estaba en una localidad un poco lejana a la suya… Y si, finalmente le compraría la perrita que tanto deseaba, seguramente sería una sorpresa muy grande y la dejaría muy feliz. En cuanto tuvo a la cachorra en su poder viajó hasta la casa de su hermana Sonia en la que había dejado lista una bolsa de papel madera con un gran moño rosa en la que había guardado los platos para el agua, la comida, un collar con su correa y la comida. También él estaba muy ansioso por ver el regalo que su novia le había prometido así es que una vez que tuvo todo listo partió hacia su hogar, no sin antes agradecerla a su hermana por la complicidad con él.

Hacía una hora que sus amigas se habían ido de su casa y media hora de que su hermana lo había hecho, no sin antes ayudarla con lo tenían pactado hacer desde un principio… Aunque había evaluado la posibilidad, no había tenido totalmente asumido ese cambio a último momento que había tenido que realizar en el regalo por el aniversario para Pedro en aquel día. Por suerte había podido contar con su hermana quien le había sido de mucha ayuda para preparar todo. La cena ya estaba en el horno, cocinándose, el living ordenado y ambientado para la ocasión, música suave de fondo para calmar su ansiedad.
El timbre sonó y se apresuró a ver de quien se trataba. Su ansiedad, sus nervios ya eran incontrolables: Ahora deseaba más que nada darle su regalo a su novio que recibir el que él seguramente le traería.
Observando por la mirilla de la puerta, y viendo que el que había tocado el timbre era Pedro, le abrió y lo abrazó.

Pedro: ¡Hola! Que recibimiento efusivo (sonrió). ¿Cómo andas amor?
Pau: Todo bien, ¿vos? ¿tu día?
Pedro: Todo tranqui… Pero espera (la detuvo cuando ella estaba por cerrar la puerta). Tengo el regalo en el auto… Vos sentate acá (la acompañó hasta el sillón) y cerrá los ojos que yo ahí vengo... Pero no hagas trampa, eh.
Pau: Bueno, está bien. ¡Qué nervios! (comentó mientras se acomodaba con los ojos ya cerrados)

Pedro fue hasta el auto, levanto a la perrita con un brazo y con el otro levantó la bolsa con las cosas de la cachorra, volvió a cerrar el auto, entró en su casa y cerró la puerta detrás de sí. Caminó hasta su novia y le dejó la bolsa en las manos.

Pedro: ¡Todavía no abras los ojos!
Pau: Ufa. ¡Dale!

Pedro se sentó a su lado y sostuvo a la perrita frente a ella, la fue acercando de a poco y ésta empezó a lamerle la cara a Pau.
Paula que no entendía nada al principio se asustó y se corrió, al hacerlo también abrió sus ojos… Se quedó por unos segundos observando a la perrita sin decir nada hasta que pudo reaccionar, la tomó en sus brazos y la abrazó: perrita blanca, bulldog francés, tal cual ella quería.

Paula: ¡Ay! Gracias gordo. ¡¡Sos lo más!! (Dejó a la cachorrita a un lado y se abalanzo sobre su marido). Es hermosa. Justo la que quería. Gracias… gracias… gracias (repitió entre los besos que le dejaba en la boca a Pedro). Menos mal que no la querías, eh. Ya se la quiero presentar a Moro y que se hagan amigos… Pero por ahora lo dejo afuera, no sé cómo reaccionará.

Mientras hablaba y le agradecía a su marido sus ojos fueron llenándose de lágrimas… En cuanto dejó de agradecerle con palabras siguió haciéndolo con besos y sus lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas.

Pedro: Ey, gorda. ¿Por qué lloras? ¿Hay algo que no te gusta?
Paula: No. Si sabes que éste era el regalo que mas anhelaba (le respondió mientras se limpiaba las húmedas mejillas con el torso de su mano). Es que estoy media llorona hoy.
Pedro: ¿Hoy no más? (comentó riendo)
Paula: Hoy más que nunca.
Pedro: ¡No seas maricona! Y reí que somos muy felices y encima te cumplí el deseo de la perrita.
Paula: Todos mis deseos me cumplís vos. ¡Gracias! (Al agradecerle de nuevo, las lagrimas volvieron a escapársele pero se las limpio rápido y se levantó del sillón). Voy a buscar mi regalo para vos. Aunque es medio para los dos (agregó pensativa)… Ahí vengo.

 Salió del living por la puerta que llevaba al pasillo que dirigía a las habitaciones y al baño, tardó unos minutos en los cuales Pedro, que comenzó a ponerse ansioso, acariciaba a la perrita y le ponía agua. Pero cuando su mujer volvió, él ya estaba de nuevo sentado en el sillón, esperándola.
Traía en sus manos una caja del tamaño en las que vienen normalmente las zapatillas pero como estaba envuelto con un papel brillante bordó y adornado con un moño blanco no estuvo completamente seguro de que fueran zapatos… Esperó con paciencia que ella se sentara a su lado y en cuanto le paso la caja la miró buscando la aprobación para abrirla. Pau le sonrió y él comenzó a romper el papel… Debajo de este había una caja de cartón, color marrón, bien común, de las que se compran en cualquier casa de artística. Aún más intrigado buscó la solapa de la misma y la abrió.
Dentro de la caja se encontró con otra caja más pequeña, ésta forrada con un papel azul oscuro. Pero ahora no había moño sino un papel doblado: lo tomó en sus manos, lo desdobló y leyó su contenido que estaba escrito con la letra de su mujer.

“Te amo desde lo más profundo de mi ser… “

Sonrió, miró a Paula quien le devolvió la sonrisa y volvió a concentrarse en su regalo. Rasgo el papel azul y se encontró con la misma caja de cartón color marrón, tomó la solapa y la abrió. Dentro se encontró con otra caja más pequeña, esta vez forrada de color amarillo pastel. Se rió y miró a Paula otra vez.

Pedro: ¿Qué tipo de juego es este?
Paula: Era para ponerle más suspenso… Pero, ¡dale! Que me muero de ansiedad yo.

Pedro pudo notar que las manos de su mujer temblaban ligeramente, ¿Qué sería aquel regalo que la tenía tan ansiosa y nerviosa?
Sobre la caja de color amarillo había otro papel. Lo tomó y lo leyó…

“Este no era el regalo original, hubo un cambio de último momento pero creo que igual te va a gustar… Feliz años de casados… ¡Y por muchos más!”

Dejó el papel a un lado, rompió el envoltorio y se quedó en sus manos con otra caja de cartón color marrón… Tiró de la solapa y la abrió de una vez…
Cuando pudo ver lo que había adentro no estaba seguro de que sus ojos le estuvieran funcionando bien. Tomó el pequeño “artefacto” blanco en el cual se veían claramente dos rayitas… ¿Un test de embarazo? La información le llegó de golpe a su cerebro y en cuanto volvió a reaccionar pudo observar a su esposa a su lado llorando, y con una sonrisa en los labios.

Pedro: (con voz temblorosa le preguntó) ¿vamos a ser papás, mi amor? (sus ojos se le llenaron de lágrimas: poner en palabras la pregunta que vagaba por su mente hizo que todo fuera mucho más real)
Paula: Si (dijo a la vez que asentía).

Pedro  no aguantó más las lagrimas y dejo que estas corrieran por su rostro a la vez que se sentaba en el suelo para quedar a la altura de la panza de su novia, le levantaba la remera y decía: “hola bebe”.

Paula no pudo contener las ganas de abrazarlo ante la ternura que le dio lo que acababa de hacer. Sabía que su novio era la persona más tierna del mundo pero nunca había pensado que reaccionaría con esa ternura. Lo levantó del suelo mientras ella también se levantaba y se quedaron abrazándose y besándose durante unos cuantos minutos, en los cuales Pedro no dejaba de acariciar la panza de su mujer, donde día a día crecía el fruto del amor tan puro que ellos se tenían.

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Agradecimientos. 

Quiero agradecerles a todos los que se bancaron las VUELTAS de estos muchachos desde el primer hasta el último capítulo, a los que me comentaban, a los que me leían en silencio, a los que me ayudaban cuando pedía ayuda por twitter o por privado a mis más allegadas.

Querría agradecerles a uno por uno de los que me dieron ánimos de subir la novela, de los que me tiraron ideas, me destrabaron cuando no sabía cómo avanzar pero sería una lista bastante larga porque por suerte muchos me ayudaban, y seguramente me olvidaría de alguien y no quiero que eso pase…
Además a las que me ayudaron o hicieron bellos comentarios siempre les agradecí en forma pública y privada, les dedique los capítulos y les sigo totalmente agradecida…Ustedes saben quienes son: GRACIAS

viernes, 7 de junio de 2013

Capitulo 175 ♥ - ♡Final♡

El día se mantenía soleado desde la mañana por lo que el calor se hacía sentir bastante en Bariloche, Rocío y Paula habían abierto todas las ventanas para dejar que el calor y el aire puro de montaña impregnara en la casa. Matías, el novio de Rocío, había llegado a las tres de la tarde de trabajar y luego de almorzar lo que su novia le había dejado preparado en la cocina, se unió a las chicas en los preparativos: acomodó las mesas, las sillas, corrió los muebles que molestaban... El trabajo pesado lo habían dejado para él.

Pau estaba muy indignada porque su novio también tendría que haber estado allí para ayudar, y aunque Rocío y Matías le decían que no pasaba nada cada vez que ella se disculpaba por la falta de colaboración de Pedro, estaba molesta... Le parecía muy desubicado que se hubiera ido por ahí en vez de ayudar a las personas que los estaban alojando en su propia casa en esas vacaciones.

Llegadas las cinco de la tarde Rocío, Matías y Paula comenzaron a vestirse para asistir a la ceremonia del bautismo en una iglesia del centro de Bariloche. Mientras se preparaban, Pau le envió un mensaje a Pedro para ver por donde andaba ya que aún no había vuelto y en unos minutos tendrían que partir hacia la iglesia.

Que se demorara hacia que su enfado crezca, no entendía qué le pasaba. ¿De repente había vuelto a la adolescencia y prefería un partidito de futbol que estar presente en un momento importante para su familia? ¿Era de nuevo un pendejo inmaduro que ni miraba su celular para responder un mensaje? ¿A caso el primo que había ido con él a jugar a la pelota no tendría que estar también preparándose?
Suspiró con fuerza como si haciendo eso un poco de la bronca que sentía saliera de su cuerpo... Se abrochó las sandalias que acababa de ponerse y se miró por última vez al espejo que había en su habitación antes de salir. En el living ya estaba sentado en un sillón y totalmente listo: Matías, quien al ver a Pau se quejó de que su novia no había sido tan rápida como ella.

Pau: (riendo) bueno, pero Ro es la madrina, tiene que prepararse más, ¿no?
Mati: si, pero como es la madrina... ¡no podemos llegar tarde!
Pau: eso es cierto. Igual hay tiempo todavía (acotó mientras miraba la hora en su celular). Los que vamos a llegar tardísimo somos Pedro y yo, ¡no aparece este pibe! No me respondió los mensajes ni atendió mis llamadas...
Mati: igual nosotros, los hombres, en dos minutos estamos listos.
Pau: si, puede ser. Igual Pedro es bastante vueltero para vestirse... ¡Para todo en realidad!
Mati: (riendo) no te enojes, va a llegar.
Pau: voy a ver si Ro necesita algo.

Mientras subía la escalera hacia la habitación de Rocío un mensaje le llegó: "gorda, anda yendo con Ro y Mati a la iglesia que yo me traje la ropa porque suponía que se me iba a hacer tarde. Nos vemos allá. Besos amor."
La bronca que la embargó en ese momento no se le pasaría así no más… Terminó de subir la escalera y justo se encontró con Rocío saliendo de su habitación, ya lista. Ella le sonrió pero noto que a Paula le pasaba algo así que la tomo de la mano y la metió en la habitación con ella.

Rocío: Vení para acá. ¿Qué te anda pasando Pauli? Desde hoy que estas re seria.
Paula: Tu primo me pasa (soltó la frase y a la vez el aire contenido en un gran suspiro).
Rocío: (comenzó a excusar a su primo) Ya va a llegar...
Paula: (la interrumpió) no, no llega. Me mandó un mensaje recién diciéndome que vaya con ustedes y nos vemos allá.

Rocío no sabía que responderle pero Pau en vez de notarla preocupada la notaba casi divertida. En ese momento el celular de Rocío sonó y al leer el mensaje sonrió.

Rocío: No te hagas drama Pauli. Anda medio colgado pero te ama de corazón mi primo.
Paula: Pero no me molesta que no esté conmigo… Me molesta que no ayudara nada acá hoy y que sea el bautismo de su sobrino y él va a llegar tarde…
Rocío: (interrumpiéndola) no te hagas drama, todos lo vamos a perdonar (le sonrió para transmitirle confianza y la tomó de la mano). En serio, no te preocupes. Y vamos que Matías nos va a matar.

Juntas bajaron la escalera de la casa para encontrarse en el living con Matías moviendo los pies con impaciencia, las chicas se disculparon por la demora y los tres partieron hacia la iglesia. Llegaron justo a tiempo, en cuanto se ubicaron en sus lugares la ceremonia dio comienzo y a los 5 minutos llegó Pedro.
“Tan lejos no estaba, podría haber ido a buscarme” pensó Paula pero trato de poner total atención en la ceremonia para no comenzar a pelear en susurros en medio del silencio que dominaba en el lugar con Pedro que acababa de sentarse a su lado.
Al finalizar el bautismo Matías, Rocío y la mamá de ésta última se fueron rapidísimo hacia la casa donde sería la reunión para así terminar con lo últimos detalles, mientras el resto de los invitados se tomaban fotos o charlaban en la iglesia. Paula, para no tener que volver con Pedro con el que seguía bastante molesta e intentaba evitarlo como sea, se ofreció para acompañar a Matías, Rocío y su mamá a preparar las cosas.

Durante lo que quedaba de la tarde y la cena que celebraron en honor al recién bautizado, Pedro intentó acercarse varias veces a su novia pero esta lo esquivaba como podía… Sabía que un poco se iba a enojar por su ausencia y sobre todo por su demora al llegar a la iglesia pero nunca había pensado que el enojo llegaría a tal punto como para evitar hablarle. En una ocasión, durante la sobremesa luego de la cena, Pau estaba hablando muy animadamente con Rocío, Julieta (la otra prima de Pedro, la madre del recién bautizado) y la mamá de estas dos, Mayra; y en cuanto Pedro se acerco, se sentó al lado de su novia e intento darle un beso, ésta se levantó excusándose con un “voy al baño, ya vengo”. Pero nunca regresó mientras Pedro siguió allí. A partir de ese momento decidió dejar de intentar hablar con ella mientras estaba su familia, antes de ir a dormir intentaría calmarla un poco o “de última, seguramente, mañana se le pasaba todo enojo…” pensó y sonrió satisfecho de sí mismo.

Cuando los invitados comenzaron a irse Pau se extrañó de que Pedro no le estuviera encima intentando hacerla hablar o intentando ver que le pasaba. ¿Tan fácil de rendía? ¿Desde cuándo? Siempre que se enojaba lo tenía encima reclamándole atención… “Creo que estoy muy perseguida, ¡basta Pau!” se dijo a sí misma y comenzó a llevar a la cocina algunos de los vasos sucios que quedaban en la mesa.
Entre los 4 limpiaron la mayoría de las cosas, guardaron la comida que había sobrado y tiraron lo que era basura, la limpieza más profunda y el acomodado de los muebles a su lugar de siempre lo harían al día siguiente, ahora estaban todos cansados y necesitaban dormir, sobre todo Pedro y Paula que al otro día tenían su última excursión al bosque de arrayanes que ya habían reservado desde el día que llegaron a Bariloche.
Paula subió a la habitación mientras Pedro charlaba un poco con Matías de futbol, los dos eran fanáticos hinchas de River por lo que esa conversación podía extenderse bastante, así que se desvistió, se duchó y se acostó para dormir. A penas se terminó de acomodar en la cama escuchó que Pedro llegaba, sintió que se acercó a ella pero decidió hacerse la dormida, sabía que se hablaban ahora iban a terminar discutiendo, lo presentía.

Pedro: Pau (dijo en un susurro). Gorda, ¿estás despierta? (no recibió respuesta) Se ve que no…

Se dio por vencido y entró a bañarse, al terminar se acostó al lado de su novia y enseguida se durmió, estaba cansado porque había tenido una tarde movida… No había jugado al fútbol como Pau creía pero había sido una tarde atareada.

Como estaban tan cansados ninguno de los dos escucho el despertador que habían dejado programado ya que la excursión comenzaba por la mañana, por suerte Rocío se despertó temprano para desayunar con Matías antes de que éste se fuera a trabajar y como vio que ni Paula, ni Pedro bajaban decidió despertarlos. Golpeo con fuerza la puerta para que la escucharan y Paula dio un salto en la cama del susto que se pegó, corrió a abrir todavía asustada y Rocío se rió de su cara.

Rocío: Son dos morsas eh. Los vine a despertar porque ya escuche el despertador sonando y ustedes ni se mosquearon.
Pau: (bostezando y desperezándose) ¿Qué hora es?
Rocío: nueve y medio. ¿No tiene que estar a las diez y medio en el muelle?
Pau: Si. ¡Gracias Ro! Ahí lo levanto a Pepe y bajamos. Gracias de verdad.
Rocío: De nada. Dale, métanle que es cerca pero el catamarán se va puntual eh.

Rocío desapareció por el pasillo y Pau abrió la ventana para que la luz del sol despertara a su novio, mientras ella fue al baño y se aseó un poco. Al salir encontró a Pedro tapado hasta la cabeza, seguramente se había puesto así para que el sol no lo molestara y seguir durmiendo.

Paula: ¡Pedro! Dale nene. Que se nos hace tarde para la excursión.
Pedro: (se destapo de repente y se levantó muy sobresaltado) ¿Qué? ¿Qué viste? ¿Qué paso?
Paula: (sin podes evitarlo se rió de la reacción de su novio) Nada vi. ¿Qué tenía que ver? (preguntó con intriga)
Pedro: (más tranquilo y ubicándose en tiempo y espacio le respondió) Nada, nada. ¡¿Qué hora es?! No sonó el despertador, ¿o si?
Paula: Rocío dijo que si pero se ve que no lo escuchamos… Son las 10 menos cuarto así que dale, levantate porque no llegamos.

Con la mayor rapidez que pudieron se vistieron y alistaron para la excursión, bajaron las escaleras casi corriendo y para suerte de ambos Rocío los esperaba con dos tazas grandes de café con leche para que se terminen de despertar y unas ricas tostadas recién hechas untadas con mermelada de frambuesa.

Pedro: Sos lo más prima. Muchísimas gracias.

Los dos salieron casi corriendo de la casa y todavía agradeciéndole a Rocío, quien los despedía desde la puerta de su casa, por el desayuno y por despertarlos.
En el camino Pau terminó de acomodar la mochila que llevaba ya que habia metido las cosas así no más para hacer rápido; Pedro trataba de entender el mapa para llegar rápido al muelle.

Paula: Deja Pedro. Ahí me fijo yo.
Pedro: Pero dale, que no llegamos.
Paula: (soltó la mochila y agarró el mapa) A ver (lo observó por unos segundos). Seguí por esta derecho, agarra la ruta que bordea el lago y ahí tenemos que ver el muelle.
Pedro: Gracias. Allá vamos.

Por suerte no se perdieron y llegaron justo cuando el capitán estaba haciendo el último llamado a los que tenían boleto para ese catamarán.
Se sentaron en los banquitos que había dentro y respiraron con tranquilidad por primera vez desde que se habían levantado.

Pedro: ¡Llegamos!
Paula: Si, menos mal.
Pedro: Que lindo día nos toco, ¿no?
Paula: Ajam (volvía a tratarlo de manera distante y seca)
Pedro: Pau, ¿te pasa algo?
Paula: Nada (desvió la mirada). Voy a ver el paisaje afuera.

Se levantó y salió a la parte del catamarán que te dejaba estar al aire libre disfrutando del hermoso paisaje de montañas que comenzaban con una base verse y llena de flores de muchos colores  terminaban en una punta blanca a causa de la nieve que allí se mantenía por la diferencia de temperatura.
Pedro la dejó un rato sola pero luego la siguió, se paró a su lado y sin hablarle le hizo compañía. Allí quedaron hasta que llegaron al puerto del Bosque de Arrayanes.

Recorrieron el lugar siguiendo a un guía que les contaba la historia del lugar, caminando por las tarimas de madera que indicaban el camino a seguir para poder ver todo lo que había en ese lugar. Llegado el medio día el guía los dejó en el restaurant que estaba en medio del bosque donde almorzaron tranquilos. Luego, tenían la tarde libre para recorrer el parque por los lugares que más les gustara.

Pedro: Pau, vení. Cuando recorríamos pasamos un lugar que quiero ver mejor. ¿Me acompañas?
Paula: Pará que le quería preguntar algo al guía.
Pedro: No, dale. Vení (la tomó de una mano). Después le preguntas.
Paula: Pero… ¿Qué apuro tenes Pedro? Espera un minuto (intentó soltarse).
Pedro: No, ahora. Porque si no me agarran los nervios mal.
Paula: No te entiendo, pero vamos. A ver… ¿Qué lugar?
Pedro: Seguime.

Tomados de la mano comenzaron a caminar por uno de los caminos construidos con madera, en un punto del camino había una escalerita que te permitía salir de la tarima y acercarte al lago y una elevación de piedras, una mini montaña. Caminaron cerca del lago por un rato, Pau miraba intrigada a su novio a quien le transpiraban las manos, se acercaron a la elevación de rocas y Pedro empezó a subirla por una zona que no era muy empinada pero Pau se le soltó de la mano.

Paula: ¿Qué haces? ¿A dónde vas?
Pedro: Veni. Dale (le sonrió con franqueza)

Pau lo alcanzó y siguieron metiéndose en un lugar donde la elevación y los arboles estaban muy juntos. Pau no entendía nada pero sabía que su novio tenía un espíritu aventurero muy a flor de piel, lo único que esperaba era que ningún bicho raro apareciera.
Luego de unos cuantos pasos más entre los árboles y la elevación Pau empezó a escucha ruido a agua, siguió caminando detrás de su novio un poco más y llegaron a un pequeño manantial que formaba un arroyito muy chico que llevaba su agua rumbo al lago Nahuel Huapi.

Pau: ¡Qué lindo lugar! (Comentó sonriendo)

La luz del sol no llegaba mucho a ellos ya que se encontraban rodeados de arboles muy frondosos pero llegaba la suficiente para que pudieran ver el manantial y el arroyo.

Pedro: ¿Viste? Es hermoso.
Pau: Bueno, volvamos. Se nos va a ir el grupo (contestó ella recordando su enojo).
Pedro: No, pará. ¿Por qué estas enojada? (Tomó a su novia por la mano y se pudieron a hablar cara a cara parados al lado del arroyito)
Paula: ¿Hace falta que te responda? Ayer desapareciste todo el día por jugar a la pelota, no ayudaste a preparar la casa de Rocío para el bautismo (el calor de sus mejillas empezó a subir y estas se pusieron coloradas a causa del enojo que volvía a florecer en Paula), después no viniste a buscarme para ir juntos, como corresponde, llegaste solo y tarde…
Pedro: Pará… (La interrumpió) Te juro que tengo una explicación para todo…
Paula: Si, ya sé… Que hace años que no ves a tu primo, que no podías negarte a jugar un partido…
Pedro: (Volvió a interrumpirla) Pau, no fui a jugar a la pelota ayer…
Paula: (ahora lo interrumpió ella) Ah, encima me mentiste. Más razones para estar enojada tengo (soltó las manos de su novio y quiso volver por donde habían llegado hasta allí).
Pedro: Pau, pará… En serio… Tenía algo mucho más importante que hacer y Matías y Rocío lo saben y me cubrieron.
Paula: (detuvo su andar y se volvió hacia su novio) ¿Qué? No entiendo.
Pedro: Veni (ella camino de nuevo hacia él). Tenía que comprar una cosa que hace rato que tengo ganas de comprar… Y la traje acá… (Tomó aire con fuerza, metió la mano en su bolsillo y miró a los ojos a su novia) Sabes que te amo con toda mi alma, sabes que te elijo día a día y te volvería a elegir cada uno de los días que me quedan por vivir y como yo también lo sé… (se quedó unos segundos en silencio repensando cada palabra que quería decir) Sé que quiero que seas la madre de mis hijos, la que me espere cada día del resto de mis días cuando vuelvo de trabajar o de jugar a la pelota, la que me rete como una madre, me de consejos como una amiga y me ame como la mejor amante…

Paula estaba anonada, entendía y no entendía lo que estaba pasando, ella estaba tan enojada y él venía con una declaración de amor. De repente su enojo quedaba de lado y sus manos comenzaban a transpirar al igual que las de Pedro. Todo le cerraba de repente y se sentía mal por haberse enojado tanto… Miles de cosas pasaban por su mente, quería decirle que lo amaba como él a ella y más, que ella deseaba también que fuera el padre de sus hijos, su hombre para toda la vida pero las palabras no le salían de la boca.

Pedro: Paula, (se arrodilló frente a ella) ¿te querés casar conmigo? (Mientras realizaba esa pregunta sacó de su bolsillo un estuche de terciopelo negro y lo abrió dejando a la vista un hermoso anillo de oro blanco con algunos pequeños brillantes incrustados)

Paula seguía sin podes recuperar el habla y ahora algunas lagrimas rodaban por sus ojos. Tanto había soñado con ese momento, de tantas maneras diferentes, pero nunca tan especial como estaba siendo. Quería responder a Pedro, hablar pero sentía que si abría la boca ninguna palabra podría salir debido al nudo que se le había formado en la garganta por la emoción.
Tenía que hacerle entender que su respuesta era “si” sin hablar, por lo que lo tomó de las manos e hizo que se levantara. Pedro se asustó, ¿no querría casarse con él? ¿No sería el momento adecuado para la propuesta?
En cuanto lo tuvo de nuevo de pie, frente a ella lo rodeo por el cuello con sus brazos y comenzó a besarlo con desesperación, con amor, con ternura, con pasión, con todos los sentimientos que pasaban por su cuerpo en ese momento, con todos juntos.
Por varios minutos estuvieron entrelazados en ese beso hasta que necesitaron separarse en busca de aire para sus pulmones y en ese momento fue cuando Paula sintió que debía hablar, que ahora si podía hablar.
Paula: Si, claro que quiero casarme con vos. ¡Te amo mi amor! (Le respondió entre nuevas lagrimas de emoción)
Pedro: Te amo con mi vida (También las lagrimas inundaron sus ojos)


Volvieron a besarse quién sabe cuánto tiempo más, sellando ese perfecto momento tan soñado por dos personas que se aman puramente como ellos lo hicieron, lo hacen y lo harán…

domingo, 2 de junio de 2013

Capitulo 174 ♥

Pasaban los días, las semanas. cada vez estaban más cómodos y felices con la decisión que habían tomado de convivir. Pasar tanto tiempo juntos era lo que más habían deseado y seguían deseando. Estaban re mimosos y pegotes, sus amigos no paraban de cargarlos por ello, y a veces hasta algunas peleas habían surgido cuando los tortolitos preferían quedarse encerrados en su casa, solos, antes que salir a bailar o juntarse con el resto de los chicos. Pedro y Paula les respondían "¿qué tiene de malo? Si estamos en nuestro mejor momento. Déjennos disfrutar". Obviamente sus amigos terminaban entendiéndolos y además los chicos sabían hasta que punto estaba bien aislarse y cuándo era conveniente salir por separado: él con sus amigos, ella con sus amigas o cada uno con sus respectivas familias, para no hacer enojar a nadie.
Los cumpleaños de ambos, en los meses de septiembre (ella) y octubre (él) los habían celebrado en su nuevo hogar, aprovechando la parrilla y el amplio parque, rodeados de las personas que más los querían. Hasta habían recibido la visita de la prima de Pedro, Rocío, con su novio, quienes habían viajado hacia Buenos Aires por algunos trámites que debían hacer. Estaban más unidos entre ellos, pero así también con sus familias y con sus amigos. Realmente estaban pasando un momento genial en lo personal. Y en cuanto a lo profesional se podría decir que también el momento que transitaban era muy próspero: a Pedro y su padre les iba muy bien con su negocio, por suerte la gente no dejaba de casarse o celebrar cumpleaños de 15 o fiestas por el estilo, y Pau estaba realmente muy feliz con el asenso que le habían otorgado en la revista para la cual trabajaba. En el mes de noviembre, un día como cualquier otro su jefe había entrado en la oficina y le había pedido que junte todas sus cosas, Pau muy preocupada y temiendo que la despidan hizo lo que le pedía, cuando estuvo lista, lo fue a buscar a su oficina y éste, al ver su cara de preocupación, con una sonrisa en el rostro le informó que le había pedido que junte todo ya que se mudaba a una oficina más grande ya que la ascendían de puesto, ahora no solo produciría una de las entrevistas que salían en la revista semanal sino que sería la encargada de supervisar todas las producciones antes del lanzamiento de la revista, semana a semana.
Llegó diciembre y con ese mes, las fiestas. Navidad la pasaron separados, al menos en principio cada uno con su familia y luego se juntaron con sus amigos como hacían cada año desde que se conocían. Para año nuevo quisieron estrenar su casa para reunir a toda la familia y así lo hicieron, fue una noche muy alegre y divertida.
Al llegar enero Pau y Pepe terminaban de planear sus primeras vacaciones juntos y solos. Saldrían el 15 de enero hacia Bariloche, le habían prometido a la prima de Pedro que irían a su casa por lo que iban a cumplir su promesa.

Pau terminaba de meter ropa en los bolsos y arreglaba los últimos detalles de lo que llevaría en su cartera, mientras Pedro estaba en el mecanico dejando a punto el auto para el largo viaje que emprenderían en día siguiente. Podrían haber ido en avión para hacer mas rápido pero los pasajes no eran baratos y preferían gastar ese dinero para conocer lugares, hacer excursiones en Bariloche y comprarles recuerdos allí a sus familias.
De un momento a otro, mientras se aseguraba de no olvidarse la cámara de fotos, ni el cargador de ésta, se celular comenzó a sonar indicando una llamada entrante.

Pau: ¿Hola?
Pedro: Hola amor. ¿Cómo va todo?
Pau: ¡gordo! Todo bien. Ya tengo los bolsos listos, igual cuando venís te fijas si queres llevar algo mas (mientras hablaba cerraba el bolso)... ¿En el mecánico todo bien?
Pedro: Si, solo falta hacerle el cambio de aceite. En cuanto lo tienen listo voy a la estación de servicio a inflar las gomas.
Pau: Buenísimo. ¿A Moro ya lo llevaste de papá?
Pedro: Si, no se quería quedar. ¡Pareciera que sabe que lo dejo por 15 días!
Pau: ¡ay pobre mi chancho! Obvio que se da cuenta, es re vivo.
Pedro: cuando quiere es vivo (dice riendo). Bueno, te dejo que ahí me llama el mecánico. En media hora o menos estoy ahí.
Pau: Dale gordo. Besos.

Tal como había dicho, en menos de media hora pudo llegar a su casa: cuando colgó con Paula porque el mecánico lo llamaba, éste le informó que el auto ya estaba listo. En seguida la pagó y se encaminó hacia la estación de servicios que quedaba cerca de su casa, allí controló el aire en las gomas y las emparejó. Luego de esto tomó comino a su casa donde su novia lo esperaba con la merienda... Como el calor que hacia ese día a mediados de Enero se sentía bastante, Pau había preferido preparar unos ricos licuados antes que tomar mates como habían hecho esa mañana.

Pedro: ¡Qué rico amor!
Paula: Si, estaba tentada de licuado de banana desde el finde.
Pedro: (riendo) está bien, con este calor no da para mates…

Una vez que terminaron de merendar Pedro fue hacia la habitación para ver si estaba de acuerdo con lo que su novia había puesto en el bolso, agregó una camiseta de futbol más, sin que Pau se dé cuenta, para así cerrar el bolso definitivamente. Lo cargó en el auto y dejó todo listo para la mañana siguiente.
Esa tarde se les pasó rápido y se fueron a dormir temprano ya que al día siguiente saldrían a las 6 de la mañana para estar por la ciudad de Neuquen en la noche, donde se quedarían a dormir en algún hotel para atravesar el camino más “peligroso” siendo de día y Pedro ya descansado. Igualmente manejarían entre los dos para no cansarse tanto, así habían acordado.
Por la mañana, cuando el despertador sonó Pau se levantó preparo el mate para tomar en el auto  y Pedro aseguró bien todas las ventanas y puertas. Se aseguraron una vez más de no olvidarse nada y subieron al auto para emprender camino, arrancó manejando Paula.
Pau había puesto en su memoria USB muchísimas canciones por lo que el viaje se pasaba muy entretenido mientras iban cantando y tomando mates, nada mejor que el genial estado de ánimos que tiene uno cuando sale de vacaciones por fin, luego de un año de arduo trabajo.
Hicieron solamente una parada en Trenque Lauquen y otra más pasando Santa Rosa, La Pampa, solo para ir al baño, comer algo y volver a cargar el termo con agua caliente para poder seguir tomando mates. En La Pampa Pedro tomo posesión del volante y continuo manejando él hasta llegar a la cuidad de Neuquen. Allí buscaron por el centro algún hotel y reservaron una habitación pero como eran las 9 de la noche recién y querían comer algo, comenzaron a caminar por una calle llena de negocios donde enseguida encontraron varios restaurant. Entraron a uno cenaron algo livianito ya que habían estado todo el día sentados en el auto y todavía les quedaba al menos 6 horas más de viaje en la mañana siguiente.
Descansaron cómodamente en el hotel, sin abrir bolsos ni nada y al otro día temprano pero no tanto como el día anterior, siguieron camino. Alrededor de las tres de la tarde estaban entrando a San Carlos de Bariloche.
Felices, llamaron a Rocío para avisarle que ya estaban cerca. Ella les volvió a confirmar la dirección de su casa que los chicos ya tenían puesta en el GPS como era correcta siguieron avanzando y Rocío los esperaba muy contenta en la puerta de su casa, que estaba un poco alejada del centro cívico pero a solo 2 cuadras del lago.

Rocío: ¡Bienvenidos chicos! Qué alegría me da tenerlos acá (les dijo mientras se acercaba al auto que recién habían terminado de estacionar en la vereda).
Pedro: ¡Prima! Gracias por recibirnos (bajó del auto y se acercó a su prima para abrazarla). ¿Cómo andas?
Rocío: Todo bien, ¿ustedes? ¿Tranquilo el viaje?
Paula: Si, la verdad que vinimos re tranquilos por suerte. ¡Qué hermosa tu casa! (comentó mientras miraba la edificación que estaba a espaldas de Rocío)
Rocío: Gracias Pauli. Fue una gran adquisición la que hicimos con Mati al comprar esta casa, es muy cómoda.
Paula: Y linda, me encanta.
Rocío: Pasen chicos. Si quieren vayan bajando los bolsos, así ya dejan el auto bien cerrado.
Paula: Dale, si. Buena idea.

Entre los tres bajaron las cosas que habían llevado Pedro y Paula, Matías no estaba aun en la casa porque él trabajaba como guía de turismo en la cuidad y esa mañana había tenido una excursión, según les contó Rocío a las 4 de la tarde ya estaría en la casa.
Rocío los guió a una habitación en el 2do piso de la casa que había preparado para ellos. Era pequeña pero entraba justo una camita de dos plazas, un silloncito y contaban con un placar para ellos solos así que por las 12 noches que iban a dormir allí estarían muy cómodos. Lo más linda que tenía esa habitación era la espectacular vista desde la única ventana que había. Se veía el hermoso y amplio lago Nahuel Huapi, y detrás de éste las gigantes montañas que, a pesar de ser verano, estaban blancas por la nieve en los puntos más altos.

Pau: ¡Que hermosura es este lugar! Mira la vista que tenemos… (Comentó Pau mientras miraba por la ventana)
Pedro: Es un paisaje de cuentos, ¿no? (se acercó a ella y la tomo abrazó por la cintura apoyándole su pera en el hombro)

Pedro y Pau se llevaban muy bien con Rocío y Matías por lo que los almuerzos o cenas entre todos eran muy divertidas. Algunas noches salían también a cenar afuera, paseaban todos por el centro, pero durante las tardes por lo general Matías trabajaba y Pedro y Paula se dedicaban a pasear, hacer excursiones, conocer lugares. Por su parte Rocío se había tomado esos días de vacaciones así que se quedaba en su casa o visitaba a sus familiares y amigos.
Pedro también aprovecho el viaje para presentar a Pau ante sus tíos y demás primos barilochenses, todos la aceptaban con rapidez y les deseaban lo mejor.
Al octavo día de esas vacaciones asistirían al bautismo del hijo de una de las primas más grandes de Pedro por lo que no programaron excursiones, la ceremonia sería por la tarde en la iglesia y luego se juntarían a comer todos en la casa de Rocío, que ella se la había ofrecido a su hermana por contar con un comedor más grande y además porque era la madrina del niño al que bautizaban.
Matías también se había pedido el día en su trabajo, así que Pau pensó que se quedarían todo el día los cuatro en la casa acomodando las cosas para la reunión de esa noche pero se sorprendió cuando después de comer Pedro se apareció en el living donde ella estaba con Rocío charlando y tomando un té, vestido con la ropa deportiva.

Pau: ¡Gordo! ¿Qué haces así vestido?
Pedro: Mi primo me invito a jugar un picadito con los amigos de él. ¿No te molesta, no? (Preguntó con la mejor cara de inocente que le salió pero notaba que su novia no estaba muy feliz con su idea)
Pau: Hace lo que te parezca Pepe (le respondió y siguió hablando con Rocío sobre lo lindo que eran los centros de mesas que habían comprado).

Realmente le parecía muy desubicado que se fuera por ahí cuando faltaban solo horas para tener que ir a la iglesia y más cuando todavía faltaba acomodar cosas en la casa de su prima. Encima que los estaba alojando, ella creía que correspondía que ayudaran en todo lo posible. Pero bueno, no quería ponerse a discutir frente a Rocío.

Pedro: Pau. Veni, quiero mostrarte una cosa en la habitación (Le pidió, aún parado en el mismo lugar).
Pau: Ah, creí que ya te habías ido. ¿Qué necesitas?
Pedro: Veni y te digo.
Pau: Bueno.

Pedro subió hacia la habitación con Pau siguiéndolo y cuando entró la miró preocupado.

Pedro: Pau, ¿te pasa algo? Me hablaste re cortante.
Pau: No, deja. ¿No se te hace tarde? Anda (Le dijo y se dio vuelta para salir de la habitación y volver con Rocío al living)
Pedro: Ey, pará. En serio (la tomó del brazo y la hizo retroceder). A vos te pasa algo. ¿Me decís?
Pau: (Volvió a donde estaba antes pero se soltó del agarre de Pedro) Que la verdad que me parece re desubicado que te vayas ahora que estamos terminando de ordenar todo.
Pedro: Pero si no queda casi nada que ordenar, ¿o no? Es un partidito… Un rato. Que nunca puedo jugar con mis primos de acá.
Pau: Ya te dije que hagas lo que quieras.


Volvió a darse vuelta para irse y esta vez Pedro no la detuvo, bajó las escaleras y siguió ordenando en una mesa los suvenires juntos con Rocío. Pedro, ignorando la queja de su novia, igualmente salió, tomo las llaves del auto y se marchó.

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Hoy solo quiero decirles: GRACIAS...
... Por la paciencia.
... Por leer las locuras que se me ocurren.
... Por apoyarme a que siga con mi hobbie.
... Por disfrutar junto conmigo de esta historia que un día de la nada apareció en mi cabeza.

GRACIAS, gracias y miles de gracias ♥ 

Agos.

Ya solo queda uno.

sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 173 ♥

Era uno de los días más fríos del año (hasta los noticieros de la televisión así lo afirmaban), el cielo se mantenía cubierto por una espesa capa de nubes entre blancas y grises, y soplaba bastante viento. Por suerte la lluvia parecía no tener intenciones de hacerse presente. Nada de esto, ni el clima ni nadie, iba a detener a Pedro y Paula que habían elegido ese día para comenzar la mudanza.
A pesar de ser sábado ambos se levantaron temprano. Pedro fue hacía su casa y comenzó a limpiar su habitación y hacer lugar para que Paula pudiera llevar sus pertenencias. Paula, por su parte guardó su ropa en todos los bolsos y valijas que encontraba para luego pasárselos a Pedro por la medianera, también alistó su almohada, las sabanas, las frazadas y acolchados ya que estaba en la habitación también ya los llevaba. Habían decidido comenzar por esas cosas que eran las que necesitaría Pau si o si al mudarse, demás cosas como los muebles o cortinas, utensilios de cocina, podrían esperar; era obvio que en un solo día no finalizarían con la mudanza.
Ambos estaban muy felices y ordenaban con energías, con ganas.
Al llegar al final del día la habitación de la (por ahora) casa de Pau ya estaba casi vacía, solo quedaban la cama y el ropero que no los iban a trasladar porque no los necesitaban; también había trasladado su shampoo, cremas y demás pertenencias que tenía en el baño, al igual que las toallas. También se llevó su cortina de la ducha, que no era totalmente necesaria ya que Pedro tenía una pero Pau se había encaprichado con que quería la suya, era como algo esencial para ella, la hacía sentir en su casa y Pedro, entre risas, acepto cumplir con su capricho.
Pasaron la primer noche oficial como concubinos pero no hubo muchos festejos ya que estaban cansados por haber estado todo el día ordenando, encima el día siguiente tendrían que seguir con lo más pesado. Por suerte Miguel, Horacio, Gonza y Fede se habían  ofrecido para terminar de trasladar los muebles y dejar la casa de Pau en condiciones ya que la pondrían en alquiler.
El domingo comenzaron a trabajar otra vez ellos solos, pasaron una de las televisiones, algunos muebles pequeños, lo que podían trasladar pasando por encima de la medianera entre ellos dos. Después del medio día llegaron los ayudando y pudieron terminar con lo más pesado.
Al concluir con todo se sentaron en los sillones a descansar un rato y Pau les cebo unos mates.

Pau: Gracias pa, gracias todos por la ayuda. Si no íbamos a tener que seguir el finde que viene también.
Miguel: De nada hija. ¡No es molestia! Quedo re linda la casa Pedro. No la había visto yo.
Pedro: Si, la verdad que el albañil trabajo muy bien y cumplieron con lo que les había pedido.
Horacio: Encima les queda genial para ustedes dos… Y para alguien más que después puede llegar (añadió guiñando un ojo a su hijo).
Pedro: ¡Viejo! No vengas a apurar.
Miguel: Eso, que soy joven para ser abuelo.
Paula: ¡Papá! ¿No queres ser abuelo? (preguntó con preocupación, ella se sentía lista para ser madre)
Miguel: Obvio hija, pero no hay apuro. ¿O sí?
Gonza: Sos terrible viejo (comentó riendo). Yo si quiero ser tío eh.
Pau: Bueno, igual por ahora no está en los planes, ¿no gordo?
Pedro: No, pero si llega bienvenido será.
Paula: Obvio (le sonrió y dejó un beso en sus labios).
Federico: Bueno, los dejamos así si quieren lo van encargando.
Paula: ¡¡Federico!!Que cuñado atrevido.
Pedro: (riendo) te pasas hermano. Quédense un rato más si quieren, no hay problema.
Paula: Igual el finde que vienen están todos invitadísimos, tenemos que hacer una reunión familiar para estrenar la casa.
Horacio: Buenísimo. Encantado, si queres te ayudo con el asado hijo.
Pedro: Si, porfa, todavía no o domino.
Paula: Más te vale que aprendas pronto Alfonso. Porque a mí me encantan los asados.
Pedro: Te prometo que antes del verano aprendo.

Durante esa semana en la que ya convivían total y formalmente siguieron acomodándose y acostumbrándose el uno al otro. Por suerte fue sin muchos inconvenientes, alguna que otra peleíta surgió pero nada muy grave, todas se arreglaban a lo largo del día, eran típicas peleas de los principios de convivencia. Pedro ahora tenía que acostumbrarse a que ya no era solo su casa sino que ahora los “jefes” del hogar eran dos, también le costaba dejar a Moro que subiera al sillón, el perro estaba acostumbrado y Paula lo dejaba, a él no le gustaba mucho pero la dejaba con la condición de que cada tanto pudiera juntarse con sus amigos a jugar a la Play. Pau tenía que acostumbrarse a vivir en una nueva casa, debía tomarla como propia, a veces se sentía media extraña pero el lugar le encantaba y más le gustaba compartirlo con su amor. Moro parecía ni haberse dado cuenta de la mudanza, en cualquier rinconcito que encontraba se acostaba a dormir una siestita, con el parque estaba feliz porque era más grande que el que tenía Pau antes y corría por todos lados. A lo que Pau le tenía miedo era a la pileta, le daba terror que se cayera ahí por correr a algún pajarito distraído.

Pedro: No le va a pasar nada. Saben nadar los perros.
Paula: Ay no gordo, pero ¿cómo sale? Tendríamos que ponerle unas rejitas alrededor.
Pedro: No le puse por mis sobrinos no le voy a poner por el perro Paula. Además cuando nosotros no estamos él se queda adentro.
Paula: Bueno, sí, eso es verdad. Pero vigilalo cuando lo dejas salir eh.
Pedro: Si, gorda. No te preocupes.

La mayoría de los muebles que habían quedado en la ex casa de Paula se los llevó Gonzalo que hacía poco se había mudado con un amigo a un departamento y les hacían falta, los otros los apilaron en la casa de Pedro, en la habitación vacía. Una de los televisores les sobraba y Pau había encontrado hacia un tiempo un comedor y hogar de niños a unas 20 cuadras de su casa así es que decidieron donarlo allí, también llevaron un equipo de música y un colchón, los niños lo recibieron felices y les hicieron un montón de dibujitos en forma de agradecimiento. Los dos se fueron de allí llenos de amor y felices de haber colaborado en una buena causa.

Llegado el fin de semana, más precisamente el sábado, la casa ya estaba lista para alquilar, solo faltaba que el pintos viniera al lunes siguiente para dejarla más linda ya que el martes pasaría la gente de la inmobiliaria para ponerle el cartel.

Pau: Guau. Mi casita… (Comentó suspirando, parada en el living vacio de su antigua casa mirando hacia todos los rincones, repasando los recuerdos que tenía en cada uno de ellos) No puedo creer el gran cambio que es esto, no viví mucho tiempo acá, solo 2 años y meses pero fue mi paso hacia la independencia.
Pedro: Si, la verdad. Pero me encanta este nuevo cambio, ¿no?
Pau: Obvio, a mi también. Esa independencia por la que tanto luchamos en la adolescencia nos guía hacia nuestra nueva familia, que no reemplaza a la anterior sino que complementa de la forma más hermosa eso que a todos nos falta. A veces siento que nacemos incompletos y todos tenemos por ahí nuestra otra mitad esperándonos, y tarde o temprano, estando cerca o lejos yo creo que siempre llega.
Pedro: Que romántica estas amor (rió y la abrazó de costado). ¿Cómo la media naranja?
Paula: Claro, algo así… (Se quedó pensativa y volvió a hablar) creo que me fui a la mierda en filosófica, ¿no? (comenzó a reírse con fuertes carcajadas que resonaban en la habitación vacía)
Pedro: (se acoplo a las risas de su novia) no, no lo creo que así. Estoy seguro de que es tal cual vos dijiste.
Paula: No sé cómo será pero por suerte yo te encontré a vos y siento que me complementas… que me completas a la perfección (lo abrazó con fuerza y susurro a su oído dos palabras más). Te amo.
Pedro: ¡Yo más!
Paula: ¡No! ¡Yo más!
Pedro: (riendo) no sé, ya vamos a ver.
Paula: Peleador.
Pedro: Vos empezaste.
Paula: Bueno, basta (sonrió). Che, la escalerita… Tendríamos que sacarla, ¿no?
Pedro: ¡Uh cierto! Si, vamos a sacarla. Ahora ya no necesitamos pasar por la medianera para estar juntos.

Entre los dos desamuraron las escaleritas de la pared que dividía los patios de las casa pero no las tiraron, las guardaron como recuerdo del primer paso que dieron para sentirse más cerca uno del otro.
Esa noche sus amigos cayeron de sorpresa con varias cajas de pizza recién comprada y unas ricas cervezas bien frías.

Valen: Hay que estrenar el nidito de amor con amigos, ¿o no?
Herni: Claro. ¿Pensaban dejarnos afuera?
Pedro: Son terribles. Igual saben que están invitados siempre.
Jose: Más les vale.
Santi: más le vale a Paula que nos siga dejando juntarnos para los torneos de Play.
Valen: ¡Que pesados con la Play!
Herni: Ey, yo estoy jugando menos ahora… Mi novia me mantiene ocupado.
Paula: ¡Ayyyy! ¡Me muero que se pusieron de noviooooooooos!
Valen: (se ruborizó) si, hoy.
Jose: ¡Qué amor! ¡Felicitaciones!
Pedro: ¡Grande Herni!
Santi: Ufa. Me están dejando solo.
Pau: Vas a tener que sentar cabeza.
Santi: Na, ni ahí (riendo). Al menos por ahora no encontré a nadie que me haga desear hacerlo.
Jose: Ya va a legar.
Pedro: ¿Y vos Jo? ¿Qué onda?
Jose: Bien, conociendo a alguien (sonrió).

Cenaron entre risas y chistes como cada vez que se juntaban, la pasaron muy bien y acordaron que se podrían juntar allí para algunos toneos de Play pero también para tomar mates y chusmear las chicas.
El domingo las familias de ambos comenzaron a llegar a partir de las 11. El primero que llegó fue Horacio quien iba a encender el fuego para el asado con su hijo, él fue el encargado de despertarlos, al haberse juntado con sus amigos la noche anterior se habían acostado tarde y del sueño que tenían ni escucharon el despertador que sonó a las 10 am.

Horacio: Perdón chicos que los desperté.
Paula: No, está bien Horacio, nos teníamos que levantar. Lo que pasa es que como anoche nos cayeron los chicos de sorpresa nos acostamos tarde y hoy ni escucharon el despertador.
Horacio: Claro, me imagino. Bueno, los dejo que se terminen de despertar tranquilos y voy a empezar a encender el fuego.
Pedro: Dale pa. Al lado de la parrilla deje el carbón y bastante papel de diario. En la cocina hay fósforos.

Horacio y Morito salieron al patio mientras Pedro y Paula aprovecharon para lavarse las caras, cambiarse y preparar unos mates.
Enseguida llegó el resto de la familia y continuaron la ronda de mates mientras preparaban ensaladas de lechuga y tomate, también de papá y huevo, y una rica ensalada de frutas para el postre. Los chicos corrían por el patio jugando con una pelota que Fran había llevado y Moro corría detrás de ellos intentando sacárselas. Todos estaban felices y se integraban con rapidez. Parecía que serían una gran familia y muy unida.

Todos los felicitaban y los apoyaban en su unión como pareja, con la nueva convivencia. Pero Pedro y Paula sus familias eran muy importantes y que les demuestren tanta aceptación a sus decisiones, tanto apoyo, los dejaba felices y contentos.

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Tururururuuu ♥ Todo tan amor ♥ jajajaja!

Que tengan todos un hermoso fin de semana, no se olviden de reír y sonreír, de abrazar, amar y disfrutar... ♥
A dejar de fruncir el entrecejo que trae arrugas!!! Jajaja!

Cuenta regresiva: ♥..........2 capitlos.........♥