Un año y 3 meses después...
Pedro
acomodaba unas carpetas con archivos en su escritorio, mientras murmuraba y
tarareaba con alegría partes de la canción "Me gusta" de Ciro y Los
Persas… Ese tema ya había pasado un poco de moda pero él nunca dejaba de cantarla,
era una de sus favoritas.
Pedro: si
pudiera herir tu cuerpo de amor, lo estoy meditando, no habría nada mejor...
Nanaaanan...
Estaba muy
contento porque ese mismo día era su aniversario de casamiento con Paula,
parecía ayer cuando muerto de nervios le había hecho la propuesta en Bariloche,
más específicamente en el bello Bosque de Arrayanes. En tres meses habían
organizado todo y concretado la unión con sus familias y amigos de testigos,
ante la justicia y ante Dios. Ahora todo marchaba viento en popa en la relación
y esta sería una noche de festejo junto a su esposa... Lo único que le faltaba
era pasar a buscar el regalo al salir de la oficina. Tenía una linda sorpresa
preparada para ella, estaba seguro de que no se lo esperaría.
No pudo evitar
repasar el hermoso momento del casamiento en su mente mientras terminaba de
acomodar sus papeles.
Una iglesia de barrio muy bonita, adornos con flores
blancas que mostraban la pureza del acto que iba a ocurrir en ella, los
invitados emocionados esperando, el novio ansioso y sin poder dejar de moverse
a causa de los nervios, acomodándose el moño negro que completaba su look con
el smoking… De un momento a otro la música comienza a sonar: la clásica marcha
nupcial llena el ambiente con su melodía. La novia aparece en la puerta con una
sonrisa radiante, los ojos brillantes, y cumpliendo con todas las costumbres,
ideas, tabúes, creencias que aseguraban un matrimonio feliz: vestida de blanco
con fino lazo azul en su cabello adornando el peinado recogido, con unos aros
colgantes brillantes prestados por su tía, con unas medias de lycra sanas pero
que no estrenaba ese día... Algo azul, algo nuevo, algo viejo y algo prestado.
Lista para su GRAN paso.
Con pasos lentos, y aferrada al brazo de su padre se
acerca al altar.
El novio, también ahora con los ojos brillantes,
tratando de retener las lágrimas que se querían escapar, lágrimas que
reflejaban la mezcla de alegría y nostalgia que sentía en ese momento: alegría
por estar a minutos de unirse de por vida a la mujer que más amaba y de
nostalgia porque deseaba que su mamá
pudiera estar ahí. Recibe a su prometida, la toma de la mano y comienzan a
escuchar al Padre. Escuchan atentos, emocionados, felices.
Cura:
Pedro Alfonso, ¿aceptas a
Paula Chaves como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo
adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de
tu vida?
Pedro:
Si, acepto (responde en seguida y bastante emocionado).
Cura:
Paula Chaves, ¿acepta usted a
Pedro Alfonso como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo
adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de
tu vida?
Paula:
(deja escapar una lágrima, mira a su marido con una sonrisa y asintiendo dice)
si, acepto.
Luego de esto el cura bendice los anillos y los
novios se los intercambian. La misa continua, el cura les da permiso de sellar
la unión con un beso y ante los aplausos de sus familiares y amigos que estaban
ese día allí, se besan, se abrazan y al escuchar la música que indicaba su
salida, avanzan por el pasillo para salir del templo como esposos, unidos ante
Dios. Para toda la vida.
Pedro: Como me
gustaría repetir las emociones que viví ese día... (Comenta en voz alta
recordando el día en que se casó)
Horacio: Pepe,
¿decías algo?
Pedro: (se
gira sobre sí mismo, sobresaltado ya que no había oído llegar a su padre) Pa,
¿qué haces? (Se ríe) pensé que estaba solo. Fue un pensamiento en voz alta...
Horacio: ¿qué
día querías revivir?
Pedro: Mi
casamiento. Hoy se cumple un año, ¿sabes? (Horacio asintió) y me puse
nostálgico. Todos los días soy feliz junto a Paula pero las emociones que viví
ese día fueron únicas, increíbles.
Horacio: Con
el tiempo vas a ir encontrando más días que te marquen tanto como ese (le
sonrió con franqueza a su hijo). Si querés anda yendo. Ya no hay mucho que
hacer.
Pedro: Dale
Pa. Gracias.
Tomo las
llaves de su auto del escritorio, su chaqueta que estaba colgada en el perchero
junto a la puerta y salió hacia la calle, para terminar de armar la sorpresa
para su esposa y luego ir a su casa.
Mientras se
acomodaba en el auto para salir en busca del regalo su celular comenzó a sonar
y atendió con una sonrisa ya que se trataba de su esposa.
Pedro: Amor,
¿Cómo andas?
Pau: Bien,
¿vos?
Pedro: Bien,
por buscar tu regalo.
Paula: ¡Basta!
Porque no me queres decir qué es y me pongo ansiosa.
Pedro:
(riendo) sos terrible. Solo te digo que te va a encantar.
Paula: ¿No
será la perrita que hace rato te pido que me compres y vos no queres, no? (preguntó
poniendo voz de inocente, deseaba mucho ese regalo y su novio no estaba
dispuesto a tener dos perros pero nunca perdía las esperanzas).
Pedro: No,
Pau. Ya te dije que con Moro tenemos suficiente. Ya vas a ver, te va a gustar.
Paula: Bueno,
¿ya saliste?
Pedro: Si, estoy
en el auto.
Paula:
¡¿Manejando?! Te dije que no me atiendas mientras manejas.
Pedro:
¡Tranquila! Estoy en el estacionamiento todavía.
Paula: Bueno,
mejor. ¿A qué hora llegas? Así yo preparo mi sorpresa.
Pedro: Para
cenar estoy ahí.
Paula: genial, nos vemos gordo. te amo.
Pedro: Bueno,
nos hablamos después gorda. Porque si no ya veo que llego tarde. ¡Te amo más!
Paula, había
salido del trabajo una hora antes de lo normal ese día y la estaba aprovechando
para hacer algunos quehaceres de la casa, y esperando a su hermana con la que
había intercambiado unos mensajes en cuanto salió de la oficina y habían
quedado en verse un ratito.
En realidad
todo lo que hacía Pau en su casa era para tratar de no pensar en otra cosa que
la tenía muy nerviosa esos últimos días. Había aprovechado que Delfi iba a su
casa y le había pedido una cosa que necesitaba... Ahora la esperaba muy pero
muy ansiosa mientras planchaba, doblaba la ropa, caminaba por toda la casa
ordenando y buscaba hacer lo que sea para calmarse.
Pau: "No le
cuentes a nadie lo que te pedí, eh."
Le envió ese
mensaje a su hermana y siguió pasando una franela por un mueble que había en el
living aunque este ya brillaba de tan limpio que estaba.
Al rato
alguien toco el timbre y muy segura de que se trataría de Delfi la abrió, mientras
decía: "Más te vale que no le hayas dicho a nadie..." Pero dejó la
frase inconclusa al ver que no se trataba de su hermana menor.
Jose: ¿qué
cosa no le tengo que decir a nadie?
Pau: ¡Ay Jo!
¿Cómo andas? Pasa (se movió hacia un lado del umbral para dejar pasar a su fiel
amiga).
Jose: (entró
al instante y cerró la puerta detrás de sí) todo bien... Pero no me
respondiste.
Pau: No, es
que... Pensé que era Delfi (respondió algo nerviosa)
Jose: ¿en qué
andarán las hermanitas Chaves? ¡Miedo!
Pau: (rió)
¡qué mala! ¡Nada malo! ¿Te quedas a tomar unos mate conmigo y con Del?
Jose: Y bueno,
dale. Venía a traerte la remera que me prestaste (le da una bolsa), te la lavé,
eh (agregó sonriendo)… pero me quedo ya que estoy.
Pau: ¿Pongo la
pava o esperamos a Delfi?
Jose: Como tú
quieras amiga.
Pau: Vamos a
la cocina, ya vamos poniendo el agua.
Cinco minutos
después de que Jose había tocado el timbre éste volvió a sonar. Esta vez Pau se aseguró de que era alguien conocido quien
llamaba antes de abrir y al ver que era Valen, otra de sus fieles amigas, la
dejó entrar.
Valen le contó, mientras caminaba con ella hacia la cocina
donde estaba Jose, que había estado haciendo los últimos trámites con los de la
inmobiliaria y pronto estaría conviviendo con Hernán, y ya que pasaba por allí
y su novio se iba a trabajar quiso saludarla.
Delfina no
tardó en llegar y se unió a la reunión de las chicas. Paula le pidió discreción
frente a sus amigas con respecto al secreto que tenían entre ellas...
Pedro, en
cuanto salió de su oficina viajó bastante en auto ya que la casa del criador de
perros estaba en una localidad un poco lejana a la suya… Y si, finalmente le
compraría la perrita que tanto deseaba, seguramente sería una sorpresa muy
grande y la dejaría muy feliz. En cuanto tuvo a la cachorra en su poder viajó
hasta la casa de su hermana Sonia en la que había dejado lista una bolsa de
papel madera con un gran moño rosa en la que había guardado los platos para el
agua, la comida, un collar con su correa y la comida. También él estaba muy
ansioso por ver el regalo que su novia le había prometido así es que una vez
que tuvo todo listo partió hacia su hogar, no sin antes agradecerla a su
hermana por la complicidad con él.
Hacía una hora
que sus amigas se habían ido de su casa y media hora de que su hermana lo había
hecho, no sin antes ayudarla con lo tenían pactado hacer desde un principio… Aunque
había evaluado la posibilidad, no había tenido totalmente asumido ese cambio a
último momento que había tenido que realizar en el regalo por el aniversario
para Pedro en aquel día. Por suerte había podido contar con su hermana quien le
había sido de mucha ayuda para preparar todo. La cena ya estaba en el horno,
cocinándose, el living ordenado y ambientado para la ocasión, música suave de
fondo para calmar su ansiedad.
El timbre sonó
y se apresuró a ver de quien se trataba. Su ansiedad, sus nervios ya eran
incontrolables: Ahora deseaba más que nada darle su regalo a su novio que
recibir el que él seguramente le traería.
Observando por
la mirilla de la puerta, y viendo que el que había tocado el timbre era Pedro,
le abrió y lo abrazó.
Pedro: ¡Hola!
Que recibimiento efusivo (sonrió). ¿Cómo andas amor?
Pau: Todo
bien, ¿vos? ¿tu día?
Pedro: Todo
tranqui… Pero espera (la detuvo cuando ella estaba por cerrar la puerta). Tengo
el regalo en el auto… Vos sentate acá (la acompañó hasta el sillón) y cerrá los
ojos que yo ahí vengo... Pero no hagas trampa, eh.
Pau: Bueno,
está bien. ¡Qué nervios! (comentó mientras se acomodaba con los ojos ya
cerrados)
Pedro fue
hasta el auto, levanto a la perrita con un brazo y con el otro levantó la bolsa
con las cosas de la cachorra, volvió a cerrar el auto, entró en su casa y cerró
la puerta detrás de sí. Caminó hasta su novia y le dejó la bolsa en las manos.
Pedro:
¡Todavía no abras los ojos!
Pau: Ufa.
¡Dale!
Pedro se sentó
a su lado y sostuvo a la perrita frente a ella, la fue acercando de a poco y
ésta empezó a lamerle la cara a Pau.
Paula que no
entendía nada al principio se asustó y se corrió, al hacerlo también abrió sus
ojos… Se quedó por unos segundos observando a la perrita sin decir nada hasta
que pudo reaccionar, la tomó en sus brazos y la abrazó: perrita blanca, bulldog
francés, tal cual ella quería.
Paula: ¡Ay!
Gracias gordo. ¡¡Sos lo más!! (Dejó a la cachorrita a un lado y se abalanzo
sobre su marido). Es hermosa. Justo la que quería. Gracias… gracias… gracias
(repitió entre los besos que le dejaba en la boca a Pedro). Menos mal que no la
querías, eh. Ya se la quiero presentar a Moro y que se hagan amigos… Pero por
ahora lo dejo afuera, no sé cómo reaccionará.
Mientras
hablaba y le agradecía a su marido sus ojos fueron llenándose de lágrimas… En
cuanto dejó de agradecerle con palabras siguió haciéndolo con besos y sus
lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas.
Pedro: Ey,
gorda. ¿Por qué lloras? ¿Hay algo que no te gusta?
Paula: No. Si
sabes que éste era el regalo que mas anhelaba (le respondió mientras se
limpiaba las húmedas mejillas con el torso de su mano). Es que estoy media
llorona hoy.
Pedro: ¿Hoy no
más? (comentó riendo)
Paula: Hoy más
que nunca.
Pedro: ¡No
seas maricona! Y reí que somos muy felices y encima te cumplí el deseo de la
perrita.
Paula: Todos
mis deseos me cumplís vos. ¡Gracias! (Al agradecerle de nuevo, las lagrimas
volvieron a escapársele pero se las limpio rápido y se levantó del sillón). Voy
a buscar mi regalo para vos. Aunque es medio para los dos (agregó pensativa)…
Ahí vengo.
Salió del living por la puerta que llevaba al
pasillo que dirigía a las habitaciones y al baño, tardó unos minutos en los
cuales Pedro, que comenzó a ponerse ansioso, acariciaba a la perrita y le ponía
agua. Pero cuando su mujer volvió, él ya estaba de nuevo sentado en el sillón,
esperándola.
Traía en sus
manos una caja del tamaño en las que vienen normalmente las zapatillas pero
como estaba envuelto con un papel brillante bordó y adornado con un moño blanco
no estuvo completamente seguro de que fueran zapatos… Esperó con paciencia que
ella se sentara a su lado y en cuanto le paso la caja la miró buscando la
aprobación para abrirla. Pau le sonrió y él comenzó a romper el papel… Debajo
de este había una caja de cartón, color marrón, bien común, de las que se
compran en cualquier casa de artística. Aún más intrigado buscó la solapa de la
misma y la abrió.
Dentro de la
caja se encontró con otra caja más pequeña, ésta forrada con un papel azul
oscuro. Pero ahora no había moño sino un papel doblado: lo tomó en sus manos,
lo desdobló y leyó su contenido que estaba escrito con la letra de su mujer.
“Te amo desde
lo más profundo de mi ser… “
Sonrió, miró a
Paula quien le devolvió la sonrisa y volvió a concentrarse en su regalo. Rasgo
el papel azul y se encontró con la misma caja de cartón color marrón, tomó la
solapa y la abrió. Dentro se encontró con otra caja más pequeña, esta vez
forrada de color amarillo pastel. Se rió y miró a Paula otra vez.
Pedro: ¿Qué
tipo de juego es este?
Paula: Era
para ponerle más suspenso… Pero, ¡dale! Que me muero de ansiedad yo.
Pedro pudo notar
que las manos de su mujer temblaban ligeramente, ¿Qué sería aquel regalo que la
tenía tan ansiosa y nerviosa?
Sobre la caja
de color amarillo había otro papel. Lo tomó y lo leyó…
“Este no era
el regalo original, hubo un cambio de último momento pero creo que igual te va
a gustar… Feliz años de casados… ¡Y por muchos más!”
Dejó el papel
a un lado, rompió el envoltorio y se quedó en sus manos con otra caja de cartón
color marrón… Tiró de la solapa y la abrió de una vez…
Cuando pudo
ver lo que había adentro no estaba seguro de que sus ojos le estuvieran
funcionando bien. Tomó el pequeño “artefacto” blanco en el cual se veían
claramente dos rayitas… ¿Un test de embarazo? La información le llegó de golpe
a su cerebro y en cuanto volvió a reaccionar pudo observar a su esposa a su
lado llorando, y con una sonrisa en los labios.
Pedro: (con
voz temblorosa le preguntó) ¿vamos a ser papás, mi amor? (sus ojos se le
llenaron de lágrimas: poner en palabras la pregunta que vagaba por su mente
hizo que todo fuera mucho más real)
Paula: Si
(dijo a la vez que asentía).
Pedro no aguantó más las lagrimas y dejo que estas
corrieran por su rostro a la vez que se sentaba en el suelo para quedar a la
altura de la panza de su novia, le levantaba la remera y decía: “hola bebe”.
Paula no pudo
contener las ganas de abrazarlo ante la ternura que le dio lo que acababa de
hacer. Sabía que su novio era la persona más tierna del mundo pero nunca había
pensado que reaccionaría con esa ternura. Lo levantó del suelo mientras ella también
se levantaba y se quedaron abrazándose y besándose durante unos cuantos
minutos, en los cuales Pedro no dejaba de acariciar la panza de su mujer, donde
día a día crecía el fruto del amor tan puro que ellos se tenían.
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Agradecimientos.
Quiero agradecerles a todos
los que se bancaron las VUELTAS de estos muchachos desde el primer hasta el
último capítulo, a los que me comentaban, a los que me leían en silencio, a los
que me ayudaban cuando pedía ayuda por twitter o por privado a mis más
allegadas.
Querría agradecerles a uno por uno de los que me
dieron ánimos de subir la novela, de los que me tiraron ideas, me destrabaron
cuando no sabía cómo avanzar pero sería una lista bastante larga porque por
suerte muchos me ayudaban, y seguramente me olvidaría de alguien y no quiero
que eso pase…
Además
a las que me ayudaron o hicieron bellos comentarios siempre les agradecí en
forma pública y privada, les dedique los capítulos y les sigo totalmente
agradecida…Ustedes saben quienes son: GRACIAS ♥