Era
uno de los días más fríos del año (hasta los noticieros de la televisión así lo
afirmaban), el cielo se mantenía cubierto por una espesa capa de nubes entre
blancas y grises, y soplaba bastante viento. Por suerte la lluvia parecía no tener
intenciones de hacerse presente. Nada de esto, ni el clima ni nadie, iba a
detener a Pedro y Paula que habían elegido ese día para comenzar la mudanza.
A
pesar de ser sábado ambos se levantaron temprano. Pedro fue hacía su casa y
comenzó a limpiar su habitación y hacer lugar para que Paula pudiera llevar sus
pertenencias. Paula, por su parte guardó su ropa en todos los bolsos y valijas
que encontraba para luego pasárselos a Pedro por la medianera, también alistó
su almohada, las sabanas, las frazadas y acolchados ya que estaba en la
habitación también ya los llevaba. Habían decidido comenzar por esas cosas que
eran las que necesitaría Pau si o si al mudarse, demás cosas como los muebles o
cortinas, utensilios de cocina, podrían esperar; era obvio que en un solo día
no finalizarían con la mudanza.
Ambos
estaban muy felices y ordenaban con energías, con ganas.
Al
llegar al final del día la habitación de la (por ahora) casa de Pau ya estaba
casi vacía, solo quedaban la cama y el ropero que no los iban a trasladar
porque no los necesitaban; también había trasladado su shampoo, cremas y demás
pertenencias que tenía en el baño, al igual que las toallas. También se llevó
su cortina de la ducha, que no era totalmente necesaria ya que Pedro tenía una
pero Pau se había encaprichado con que quería la suya, era como algo esencial
para ella, la hacía sentir en su casa y Pedro, entre risas, acepto cumplir con
su capricho.
Pasaron
la primer noche oficial como concubinos pero no hubo muchos festejos ya que
estaban cansados por haber estado todo el día ordenando, encima el día
siguiente tendrían que seguir con lo más pesado. Por suerte Miguel, Horacio,
Gonza y Fede se habían ofrecido para
terminar de trasladar los muebles y dejar la casa de Pau en condiciones ya que
la pondrían en alquiler.
El
domingo comenzaron a trabajar otra vez ellos solos, pasaron una de las
televisiones, algunos muebles pequeños, lo que podían trasladar pasando por
encima de la medianera entre ellos dos. Después del medio día llegaron los
ayudando y pudieron terminar con lo más pesado.
Al
concluir con todo se sentaron en los sillones a descansar un rato y Pau les
cebo unos mates.
Pau:
Gracias pa, gracias todos por la ayuda. Si no íbamos a tener que seguir el
finde que viene también.
Miguel:
De nada hija. ¡No es molestia! Quedo re linda la casa Pedro. No la había visto
yo.
Pedro:
Si, la verdad que el albañil trabajo muy bien y cumplieron con lo que les había
pedido.
Horacio:
Encima les queda genial para ustedes dos… Y para alguien más que después puede
llegar (añadió guiñando un ojo a su hijo).
Pedro:
¡Viejo! No vengas a apurar.
Miguel:
Eso, que soy joven para ser abuelo.
Paula:
¡Papá! ¿No queres ser abuelo? (preguntó con preocupación, ella se sentía lista
para ser madre)
Miguel:
Obvio hija, pero no hay apuro. ¿O sí?
Gonza:
Sos terrible viejo (comentó riendo). Yo si quiero ser tío eh.
Pau:
Bueno, igual por ahora no está en los planes, ¿no gordo?
Pedro:
No, pero si llega bienvenido será.
Paula:
Obvio (le sonrió y dejó un beso en sus labios).
Federico:
Bueno, los dejamos así si quieren lo van encargando.
Paula:
¡¡Federico!!Que cuñado atrevido.
Pedro:
(riendo) te pasas hermano. Quédense un rato más si quieren, no hay problema.
Paula:
Igual el finde que vienen están todos invitadísimos, tenemos que hacer una reunión
familiar para estrenar la casa.
Horacio:
Buenísimo. Encantado, si queres te ayudo con el asado hijo.
Pedro:
Si, porfa, todavía no o domino.
Paula:
Más te vale que aprendas pronto Alfonso. Porque a mí me encantan los asados.
Pedro:
Te prometo que antes del verano aprendo.
Durante
esa semana en la que ya convivían total y formalmente siguieron acomodándose y acostumbrándose
el uno al otro. Por suerte fue sin muchos inconvenientes, alguna que otra peleíta
surgió pero nada muy grave, todas se arreglaban a lo largo del día, eran típicas
peleas de los principios de convivencia. Pedro ahora tenía que acostumbrarse a
que ya no era solo su casa sino que ahora los “jefes” del hogar eran dos,
también le costaba dejar a Moro que subiera al sillón, el perro estaba
acostumbrado y Paula lo dejaba, a él no le gustaba mucho pero la dejaba con la condición
de que cada tanto pudiera juntarse con sus amigos a jugar a la Play. Pau tenía
que acostumbrarse a vivir en una nueva casa, debía tomarla como propia, a veces
se sentía media extraña pero el lugar le encantaba y más le gustaba compartirlo
con su amor. Moro parecía ni haberse dado cuenta de la mudanza, en cualquier
rinconcito que encontraba se acostaba a dormir una siestita, con el parque
estaba feliz porque era más grande que el que tenía Pau antes y corría por
todos lados. A lo que Pau le tenía miedo era a la pileta, le daba terror que se
cayera ahí por correr a algún pajarito distraído.
Pedro:
No le va a pasar nada. Saben nadar los perros.
Paula:
Ay no gordo, pero ¿cómo sale? Tendríamos que ponerle unas rejitas alrededor.
Pedro:
No le puse por mis sobrinos no le voy a poner por el perro Paula. Además cuando
nosotros no estamos él se queda adentro.
Paula:
Bueno, sí, eso es verdad. Pero vigilalo cuando lo dejas salir eh.
Pedro: Si, gorda. No te preocupes.
La
mayoría de los muebles que habían quedado en la ex casa de Paula se los llevó
Gonzalo que hacía poco se había mudado con un amigo a un departamento y les hacían
falta, los otros los apilaron en la casa de Pedro, en la habitación vacía. Una
de los televisores les sobraba y Pau había encontrado hacia un tiempo un
comedor y hogar de niños a unas 20 cuadras de su casa así es que decidieron
donarlo allí, también llevaron un equipo de música y un colchón, los niños lo
recibieron felices y les hicieron un montón de dibujitos en forma de agradecimiento.
Los dos se fueron de allí llenos de amor y felices de haber colaborado en una
buena causa.
Llegado
el fin de semana, más precisamente el sábado, la casa ya estaba lista para
alquilar, solo faltaba que el pintos viniera al lunes siguiente para dejarla
más linda ya que el martes pasaría la gente de la inmobiliaria para ponerle el
cartel.
Pau:
Guau. Mi casita… (Comentó suspirando, parada en el living vacio de su antigua
casa mirando hacia todos los rincones, repasando los recuerdos que tenía en
cada uno de ellos) No puedo creer el gran cambio que es esto, no viví mucho
tiempo acá, solo 2 años y meses pero fue mi paso hacia la independencia.
Pedro:
Si, la verdad. Pero me encanta este nuevo cambio, ¿no?
Pau:
Obvio, a mi también. Esa independencia por la que tanto luchamos en la
adolescencia nos guía hacia nuestra nueva familia, que no reemplaza a la
anterior sino que complementa de la forma más hermosa eso que a todos nos
falta. A veces siento que nacemos incompletos y todos tenemos por ahí nuestra otra
mitad esperándonos, y tarde o temprano, estando cerca o lejos yo creo que
siempre llega.
Pedro:
Que romántica estas amor (rió y la abrazó de costado). ¿Cómo la media naranja?
Paula:
Claro, algo así… (Se quedó pensativa y volvió a hablar) creo que me fui a la
mierda en filosófica, ¿no? (comenzó a reírse con fuertes carcajadas que resonaban
en la habitación vacía)
Pedro:
(se acoplo a las risas de su novia) no, no lo creo que así. Estoy seguro de que
es tal cual vos dijiste.
Paula:
No sé cómo será pero por suerte yo te encontré a vos y siento que me
complementas… que me completas a la perfección (lo abrazó con fuerza y susurro
a su oído dos palabras más). Te amo.
Pedro:
¡Yo más!
Paula:
¡No! ¡Yo más!
Pedro:
(riendo) no sé, ya vamos a ver.
Paula: Peleador.
Pedro:
Vos empezaste.
Paula:
Bueno, basta (sonrió). Che, la escalerita… Tendríamos que sacarla, ¿no?
Pedro:
¡Uh cierto! Si, vamos a sacarla. Ahora ya no necesitamos pasar por la medianera
para estar juntos.
Entre
los dos desamuraron las escaleritas de la pared que dividía los patios de las
casa pero no las tiraron, las guardaron como recuerdo del primer paso que dieron
para sentirse más cerca uno del otro.
Esa
noche sus amigos cayeron de sorpresa con varias cajas de pizza recién comprada
y unas ricas cervezas bien frías.
Valen:
Hay que estrenar el nidito de amor con amigos, ¿o no?
Herni:
Claro. ¿Pensaban dejarnos afuera?
Pedro:
Son terribles. Igual saben que están invitados siempre.
Jose:
Más les vale.
Santi:
más le vale a Paula que nos siga dejando juntarnos para los torneos de Play.
Valen:
¡Que pesados con la Play!
Herni:
Ey, yo estoy jugando menos ahora… Mi novia me mantiene ocupado.
Paula:
¡Ayyyy! ¡Me muero que se pusieron de noviooooooooos!
Valen:
(se ruborizó) si, hoy.
Jose:
¡Qué amor! ¡Felicitaciones!
Pedro:
¡Grande Herni!
Santi:
Ufa. Me están dejando solo.
Pau:
Vas a tener que sentar cabeza.
Santi:
Na, ni ahí (riendo). Al menos por ahora no encontré a nadie que me haga desear
hacerlo.
Jose:
Ya va a legar.
Pedro:
¿Y vos Jo? ¿Qué onda?
Jose:
Bien, conociendo a alguien (sonrió).
Cenaron
entre risas y chistes como cada vez que se juntaban, la pasaron muy bien y
acordaron que se podrían juntar allí para algunos toneos de Play pero también
para tomar mates y chusmear las chicas.
El
domingo las familias de ambos comenzaron a llegar a partir de las 11. El
primero que llegó fue Horacio quien iba a encender el fuego para el asado con
su hijo, él fue el encargado de despertarlos, al haberse juntado con sus amigos
la noche anterior se habían acostado tarde y del sueño que tenían ni escucharon
el despertador que sonó a las 10 am.
Horacio:
Perdón chicos que los desperté.
Paula:
No, está bien Horacio, nos teníamos que levantar. Lo que pasa es que como
anoche nos cayeron los chicos de sorpresa nos acostamos tarde y hoy ni
escucharon el despertador.
Horacio:
Claro, me imagino. Bueno, los dejo que se terminen de despertar tranquilos y
voy a empezar a encender el fuego.
Pedro:
Dale pa. Al lado de la parrilla deje el carbón y bastante papel de diario. En
la cocina hay fósforos.
Horacio
y Morito salieron al patio mientras Pedro y Paula aprovecharon para lavarse las
caras, cambiarse y preparar unos mates.
Enseguida
llegó el resto de la familia y continuaron la ronda de mates mientras preparaban
ensaladas de lechuga y tomate, también de papá y huevo, y una rica ensalada de
frutas para el postre. Los chicos corrían por el patio jugando con una pelota
que Fran había llevado y Moro corría detrás de ellos intentando sacárselas.
Todos estaban felices y se integraban con rapidez. Parecía que serían una gran
familia y muy unida.
Todos
los felicitaban y los apoyaban en su unión como pareja, con la nueva
convivencia. Pero Pedro y Paula sus familias eran muy importantes y que les
demuestren tanta aceptación a sus decisiones, tanto apoyo, los dejaba felices y
contentos.
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Tururururuuu ♥ Todo tan amor ♥ jajajaja!
Que tengan todos un hermoso fin de semana, no se olviden de reír y sonreír, de abrazar, amar y disfrutar... ♥
A dejar de fruncir el entrecejo que trae arrugas!!! Jajaja!
Cuenta regresiva: ♥..........2 capitlos.........♥