domingo, 28 de octubre de 2012

Capitulo 103 ♥


Antes de que Paula pruebe los fideos, Pedro se encarga de hacerle saber que era la primera vez en su vida que cocinaba solo, así que no podía asegurarle que el sabor sea bueno, pero sí que lo había hecho con mucho amor. Al saber esto, ella valora mucho más esa cena y, a decir verdad, los fideos no estaban tan feos, capaz que les faltaba un poco de sal o queso, pero eso lo arreglan enseguida.

Pedro: (Mirándola con cara de preocupación) ¿Se dejan comer? ¿En serio? Si no pedimos una pizza.
Paula: No, gordo. En serio, están ricos. ¡Gracias! Por cocinarme y por preparar esta despedida de las vacaciones a solas.
Pedro: De nada amor. Te mereces todo.
Paula: ¡Que lindas estas velas! Son las que me gustan a mí. ¿De dónde las sacaste?
Pedro: Ahh, no sé, un mago no revela sus trucos.
Paula: (Golpeando suavemente su hombro) Que hambre tenés.

Mientras terminan cada uno su plato charlan, se ríen, recuerdan todo lo que pasó esas vacaciones. Luego, Pedro se encarga de sacar los platos y llevar todo a la cocina, no deja a Pau que haga nada, vuelve con dos copas y un champagne y se sienta al lado de su novia en el sillón, que era donde ella estaba ahora.

Paula: Ah, era completo el servicio.
Pedro: ¡Obvio!
Paula: Así que seguro hay postre también, ¿no? (Abrazándolo)

Pedro se queda inmóvil. ¿Cómo podía haberse olvidado de ese detalle? ¡Con lo que le gustaba lo dulce a su novia! Encima no tenía ni un mísero chocolate, ni un caramelo escondido por ningún lado. Pau enseguida se da cuenta de lo que pasaba y comienza a reírse.

Paula: Gordo, si no compraste, no pasa nada. Te decía en chiste. (Aún riendo)
Pedro: Pero nunca puedo lograr que todo sea perfecto. (Frustrado)
Paula: No digas eso. En serio, no hace falta nada más, solo le dije en chiste.

Sigue serio todavía, enfadado con él mismo. Paula lo convence de que no se haga tanto drama y tras descorchar el champagne brindan por la felicidad, por el amor y por sus respectivas familias que tan importante son para los dos.
Tras dejar las copas vacías en la mesa, vuelve a su lugar. Pone ambas manos sobre la cara de su novia para asegurarse que lo miraba fijamente a los ojos, y sin decir nada, acercándose lentamente, comenzó a rozar sus labios con los de ella con suavidad.
Paula enseguida posa sus manos en la nuca de él y continúa el beso, aumentando la intensidad.
Tan lindo se sentía para ambos cuando sus bocas se fundían de esa manera. Eran adictos a los besos del otro. Una energía única e inigualable recorría por sus cuerpos al sentir ese contacto.
En el momento más lindo del beso Pedro se aparta y Paula lo mira confundida.

Pedro: Mejor parar ahora, ¿no? Porque en un ratito vienen los chicos.
Paula: Si, es verdad. ¡Ya estoy ansiosa de estar en casa y poder estar juntos sin interrupciones!
Pedro: (Riendo) ¡Estas desatada Pochi!
Paula: Bueno, che. (Sonrojándose) encima que soy sincera.
Pedro: O sea que te puedo.
Paula: Demasiado…
Pedro: Lo voy a tener en cuenta.
Paula: Tampoco te abuses.
Pedro: No sería abusarme porque estamos en igualdad de condiciones, vos me podes a mí también.
Paula: Buenísimo, así yo también aprovecho.
Pedro: Che, ¿y si vamos un ratito a caminar por la playa?
Paula: Dale. ¡Esta hermosa la noche!

Era verdad, no necesitaban ni ponerse un saquito para salir, el calor que había hecho durante el día se mantenía pero había una suave brisa que hacía que sea soportable.
Por suerte sus amigos se habían llevado el otro juego de llaves de la casa, así es que los novios salen, cierran con llave y tomados de la mano empiezan a recorrer la única cuadra que los separaba del acceso a la playa.

Paula: La verdad me sorprendiste cocinando hoy, eh.
Pedro: Que no se te haga costumbre porque no sé hacer nada de nada.
Paula: Y yo soy un horror en la cocina también. Bah, no cocino mal pero con el trabajo no tengo mucho tiempo de hacer cosas elaboradas entonces no aprendo más que lo básico.
Pedro: Entre los dos no hacemos uno… Vamos a ser un desastre el día que vivamos juntos. (Riendo)
Paula: (Frenándose en seco y mordiendo su labio inferior) ¡Tierno!
Pedro: ¿Qué? ¿Qué dije tierno?
Paula: Me da ternura que planees un futuro conmigo.
Pedro: Ah, pero obvio. A veces me pongo a soñar con cosas así. Y siempre estás en mis planes futuros. (Volviendo a caminar juntos)
Paula: ¡Sos un amor! (Aun sorprendida por lo que le decía)
Pedro: ¿Qué vos no te ves en un futuro conmigo?
Paula: Emmm, si, pero no soy de estar pensando en lo que va a pasar en unos años.
Pedro: (Parándose frente a ella) No te note tan segura. Capaz soy medio apurado yo, ¿no? Perdón.
Paula: ¡No! ¡No tenés que pedir perdón de nada gordo! Es re lindo saber que me tenés en cuenta en tus planes futuros, me da mucha ternura. Me encanta. Lo que pasa es que yo no suelo ponerme a pensar cómo voy a estar de acá a 5 años, ni siquiera sé cómo voy a estar el año que viene. (Riendo) Pero ahora que me lo haces recapacitar… Sería hermoso que a cada paso de mi vida vos estés al lado mío. Siempre sabes cómo contenerme, cuando hacerme reír, cuándo es mejor alejarte un rato, cómo controlarme cuando me pongo loquita... Y más. Te volvés día a día en una persona súper importante y esencial para mí.

Pedro, que seguía parado frente a ella, en un ataque de ternura la abraza y besa con mucho amor, demostrándole lo que le había causado todo lo que había dicho con ese beso.
Continúan el camino hacia la playa, no había luces en la misma pero la luna enorme y casi llena que había, daba mucha claridad y podían caminar tranquilos, sin miedo a tropezarse con algo del piso que en la oscuridad se ocultara. Luego de ir hasta el agua, tocarla para evaluar su temperatura, jugar un poco con ella (no mucho ya que Paula se enojaba si la mojaba demasiado porque tendría que meter esa ropa mojada en el bolso con el que volvería y se iba a mojar todo lo demás), van hasta los médanos y allí se sientan para observar las estrellas que tan nítidas se veían mar adentro, ya que no había contaminación lumínica que dificulte la visión. Encima nadie más que ellos estaba en la playa, había una paz enorme.

Paula: Bueno, los chicos ya deben estar volviendo, ¿no? Vamos yendo nosotros también.
Pedro: (Dudando) Mmm, bueno, pero acompañame a tocar el mar una vez más.
Paula: Pero no me mojes toda la ropa por favor.
Pedro: Okey, no te mojo la ropa. (Sonríe con picardía)

La toma por la mano y cuando estaban a unos pocos pasos de la orilla del mar, le pide que se saque las sandalias para mojarse los pies un poco, mientras él se sacaba sus zapatillas. Se mantiene agachado y cuando ve que ella ya estaba descalza, pone su hombro en su cadera y la levanta cual bolsa de papa. Paula al instante pega un grito “¡¡Pedro!! ¡¡¿Qué haces?!!”

Pedro: Vamos a jugar un poco. (Divertido, mientras caminaba mar adentro. Sin ir muy lejos obviamente. Solo hasta donde el agua le llegaba a la cintura.)
Paula: ¡Dale bajame nene!
Pedro: Okey. (Bajándola en el medio del mar)
Paula: ¡Acá no! No me quería mojar. (Enfadada, comienza a salir hacia la orilla)

Pedro la sigue y se saca su remera, la cual apenas llega a la orilla la deja juntos a sus zapatillas. La toma a su novia del brazo y sin dejarla hablar, la atrae tomándola por la cintura y comienza a besarla con mucha pasión.
Paula al principio se hacia la dura pero poco a poco se acopla a aquel beso que su chico había comenzado y abrazándolo intensifica la pasión.
Él, le saca la remera ya empapada que llevaba y lo mismo hace con la pollera. Ella se encarga de sacarle la bermuda, y por último sin dejar de disfrutarse mutuamente, se ayudan uno al otro con la ropa interior.
Continuaban con los besos hasta que Pau se separa un poco y mirándolo con complicidad lo toma a su novio de la mano y lo tironea hacia el mar. Pedro sonríe ampliamente y en un ataque de amor porque su novia quería lo mismo que él, la levanta entre sus brazos y se dirige nuevamente a las profundidades del mar, hasta un punto donde el agua le llegaba a la cintura. Allí la baja  y tras intercambiar unas dulces miradas de complicidad vuelven a besarse con toda la pasión que la situación les inspiraba.
Pedro no dejaba de abrazarla y recorrerle la espalda con mimos, ella se aferraba del cabello de él, despeinándolo a cada rato. (Amaba verlo despeinado)
Paula tenía la piel como una gallina, pero no por el calor de su cuerpo al choque con el agua bastante frío del mar, sino por la sensación que le causaba estar así con Pedro.
Tomándola por la cintura, levanta los pies de su novia del suelo del mar y ella enrosca sus piernas alrededor de su novio.
Con la luna, las estrellas y el mar de testigo unen sus cuerpos, disfrutando mucho más que todas las anteriores. Ya conocían mas, sabían cómo lograr que el otro se sienta cómodo y disfrute sin dejar de disfrutar ellos mismos.
El oleaje los saca poco a poco del mar y recostados en el piso continúan amándose, sin importar la arena que se les pegaba en los cuerpos.

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Graaaaacias a la genia de Agos por la colaboracion. Sin ella no hubiera quedado así. Te quiero!!! ( @juliamorciego )♥♥

Buenas noches a todos!

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