Estaban
todos tan animados charlando que las horas pasaban y nadie se movia de su
lugar, la sobremesa se había extendido bastante por lo que también se quedan a
merendar. Luego de mates y facturas compartidos
con la familia de Pau, la parejita comienza a despedirse y Alejandra los
acompaña hasta la puerta para despedirlos.
Ale:
Chau chicos, gracias por venir.
Pedro:
De nada Ale, gracias a vos por la invitación, todo estaba riquísimo.
Paula:
Ahora va a pretender que le cocine…
Ale:
(Riendo) Después te paso algunas recetas hija.
Pedro:
Si, ¡buenísimo!
Paula:
No te pongas tan contento, no me gusta mucho cocinar… pero haré el esfuerzo de
vez en cuando.
Pedro:
Bueno, de nada a de vez en cuando es ¡todo un avance! (Riendo)
Ale:
Si, la verdad. (También riendo) Che Pau, ¿te sentís mejor?
Pau:
Si, gracias ma.
Pedro:
¿Te sentías mal? No me di cuenta. (Mirándola de arriba abajo como si así
pudiera averiguar que le dolía)
Pau:
No, mamá exagera un poco. Salí a ella, ¿viste? Solo me maree en la cocina
cuando la ayudaba a servir.
Pedro:
¿Otra vez?
Ale:
¿Ya te habías mareado antes?
Pedro:
Si, anoche y hoy temprano.
Ale:
Mmm, ¿no me estarán por hacer abuela, no?
Pau:
Ay ma, nada que ver. Vamos Pepe, porque ya empiezan con la pavada.
Ale:
Bueno, que se yo. Todo puede ser, ¿o no?
Paula
ignora la última pregunta de su madre vuelve a saludarla con un beso y se lleva
a Pedro, un poco mas arrastrándolo, tomado de la mano hacia el auto.
Durante
el viaje, otra vez él iba callado, como en el de ida. Por lo que Paula
enseguida intenta sacarle charla para ver que le pasaba.
Pau:
¿Qué pasa gordo? Ya viste que papá no te hizo drama alguno y con el resto te
llevaste bárbaro siempre. ¿Seguís nervioso?
Pedro:
No gorda, me quede re contento con la aceptación de tu papá, me di cuenta que
ya fue, somos personas grandes, no me
tengo que perseguir por tonterías…
Pau:
Así me gusta. Entonces, ¿Por qué estas tan callado?
Pedro:
Pensaba…
Pau:
Se puede saber en qué pensaba mi novio el más hermoso.
Pedro:
No me querías comprar para que te cuente, ¿no? (Riendo)
Pau:
Un poco, igual sos mi novio y sos hermoso, pero dale, conta.
Pedro:
Pensaba en tus mareos… ¿Vos estás segura que…?
Pau:
(Interrumpiéndolo con risas) Si, gordo. No pasa nada. ¿No te acordas que hace
unos días estaba indispuesta?
Pedro:
Ah, cierto.
Pau:
¿Te agarro miedito?
Pedro:
No, me encantaría ser papá pero no sé, era muy loco.
Pau:
Mmm, me parece que si te había agarrado miedito. (Riendo)
Pedro:
Pero, ¿estás segura, no?
Pau: ¡Si, gordo!
Pedro:
Bueno, mejor si es buscado el primer hijo.
Pau:
Me haces reír tonto, pero si, mejor. Igual falta.
La conversación
queda ahí y por bastante tiempo no se vuelve a tocar el tema, se amaban y querían
estar por siempre juntos, pero ninguno de los dos sentía que era el momento de
hijos todavía, a pesar de que se conocían hace años ¡recién se habían puesto de
novios! Bueno, ya hacía un poquito más de un mes, pero seguía siendo poco
tiempo.
Pasan
unos días de ese almuerzo.
Era
un martes por la tarde, llovía y Paula llegaba a su casa hambrienta y cansada,
debido un movido día de trabajo. Pone agua a calentar en la pava y busca en su
alacena para ver que podía comer en su merienda, encuentra una bolsita de preparación
para tortafritas, de esas a las que le agregas agua y listo. Tarde de mates,
lluvia y torta fritas… ¡Genial! Solo le faltaba una cosa… Toma su celular y le
manda un mensaje a su novio. “Gordo, queres venir a merendar? Estoy por hacer
unas tortafritas”
La
respuesta no demora en llega con la confirmación de la visita.
Pedro
estaba volviendo de su trabajo cuando recibió el mensaje de Pau así es que
directamente se dirige a la casa de su novia, no había nada que deseara más que
pasar un rato con ella y olvidar el día tan atareado que había tenido.
Estaciona
su auto y corriendo se dirige a la puerta de la casa de Pau, golpea y aguarda
tratando de refugiarse de la lluvia en el pequeño alero que había en el frente
de la casa.
Cuando
ella le abre puede verla con un delantal, el pelo recogido y harina en las
manos.
Pedro: Apa, que sexy estas amor.
Pau:
¿Que decís Pepe? (Riendo) Mas desarreglada no puedo estar.
Pedro:
Pero me encantas así. (Sella sus palabras con un fogoso beso en los labios de
su novia)
Pau:
Mmm, estas con todo hoy me parece. (Risas) ¿Me ayudas a terminar las tortafritas?
Así merendamos.
Pedro:
Dale, me copa la idea… Pero antes de que me olvide te quería decir algo.
(Mientras caminaban juntos hacia la cocina)
Pau:
Si, decime.
Pedro:
¿Viste que la semana que viene es semana santa? Por lo tanto, tenemos desde el
jueves libre…
Pau:
Si, es verdad. ¡Qué bueno! Unos días sin ir a laburar.
Pedro:
Y yo te iba a proponer… Capaz no queres, no sé.
Pau:
¡Dale! ¡Decime!
Pedro:
¿Vamos esos días a la costa? No sé a cuál de las playas, a algunas que nos
guste a los dos y por ahí, podemos visitar el faro punta rasa, donde nos
pusimos de novios.
Pau:
¡Ay si! ¡Me encanta la idea! ¿Nosotros dos solos, no?
Pedro:
No, con los chicos.
Pau:
(Se pone seria en el instante en que escucha la respuesta de su novio) Ah, si,
re bueno. (Se encamina hacia la mesada dejando la conversación ahí.
Pedro
se ríe y en seguida se acerca a ella, la abraza por la espalda y luego de
depositarle un tibio beso en su cuello le dice. “Obvio, que nosotros dos solos
gorda, escapadita romántica”. Paula recupera su sonrisa y girándose lo abraza y
confirma sus ganas de ese viaje con el beso lleno de amor que le da a Pedro.