Pedro
siguió cantando todas las canciones del CD de los auténticos, hasta la última
de ellas grito con toda la pasión, después continuo con el CD de Ciro, Paula ya
se estaba poniendo de mal humor. Le gustaba que le dedique una canción tierna,
como había hecho al principio pero no que se cante dos CD's completos y
desafinando de la forma en que lo estaba haciendo.
Pau:
Bueno gordo, ya estaría con el mini recital, ¿no?
Pedro:
Una canción más, porfis.
Pau:
Pareces un nene cuando decís así. (Sonriendo) Una mas y después silencio por un
rato. Porfa.
Pedro:
okey. (Haciendo puchero)
Paula:
¿Parás en la YPF de allá Pepe? (Señalando hacia adelante donde se veía un
cartel en el cual se leía el nombre de esa estación de servicios) Así Moro hace
pis y toma un poco de agua y yo hago lo mismo que él.
Pedro:
Dale, allá vamos. Yo también quiero ir al baño. (Sigue cantando la última
canción como había prometido)
En
pocos minutos salen de la ruta y dejan el auto en la playa de estacionamiento
de la YPF para poder ir al baño y estirar unos minutos las piernas antes de
continuar el viaje. Lo bajan a Moro con la correa y Pedro lo pasea cerca de los
árboles para que haga sus necesidades mientras Pau le llenaba su tachito con
agua que había llevado en una botellita especialmente para él.
Una
vez que terminan de atender a Moro lo suben al auto y lo dejan allí, obvio con
el vidrio un poco abierto, para poder ir al baño ellos.
Pau
se pone en la fila del de mujeres, siempre había que esperar en este... Y Pedro
entra directamente al de hombres, cuando sale todavía la ve a Pau en la fila,
la carga un rato por ser mujer y tener que esperar y luego, tras que Pau lo
calle varias veces, se dirige comprar unos caramelos para comer en lo que
quedaba del viaje.
Elije
unos caramelos masticables y también se tienta con unos chocolates, mientras
hacía la fila para pagar miraba la televisión que había en el lugar en la cual
estaban transmitiendo el noticiero. Informaban que la ruta estaba bastante
cargada, que los que viajaban lo hagan con paciencia y también notificaba que
el tiempo en esa Semana Santa no iba a ser el mejor en la costa atlántica. Se
esperaban algunas lluvias y temperaturas bajas.
Pedro
tenía la ilusión de poder meterse al mar, aunque en esa época del año no hagan
los 35 grados o más que hacía en verano si había sol era lindo meterse, pero
parecía que no iba a tener suerte.
Una
vez que paga todo vuelve al auto y Pau ya estaba allí esperándolo para que le
abra la puerta, Moro desde el lado de adentro no dejaba de ladrarle de la
alegría de verla cerca.
Pedro:
Menos mal que ya saliste del baño.
Paula:
¡La verdad! No sé por qué siempre hay tanta gente en el de mujeres.
Pedro:
O son muchas, o tardan mucho, no sé. (Riendo)
Paula:
Creo que es suma de las dos cosas. Dale, abrí que moro va a rayar todo el
vidrio si sigue saltando así.
Pedro:
Dale, toma las golosinas. ¡Pero los chocolates son para la noche eh!
Paula:
Ufa, ¡los hubieras escondido entonces!
Pedro:
Es chiste amor, cuando quieras los podes comer.
Paula:
Gracias (Le da un pico y se sube al auto)
Pedro
da la vuelta al vehículo y se acomoda en su lugar para continuar el viaje. A
las 2 horas logran llegar. Por suerte, a pesar de lo cargada que estaba la ruta,
no tuvieron que presenciar ningún accidente y en ningún momento estuvieron
detenidos completamente, siempre mantuvieron un ritmo bueno.
Una
vez en Costa del Este buscaron la dirección que Jose le había indicado a Pedro
y encontraron una pequeña casita muy linda y con un gran parque lleno de árboles.
Se
bajan del auto y se quedan observando un rato el jardín.
Pau:
¡Qué lindo! En este lugar hay una casa más linda que la otra.
Pedro:
Si, la verdad. Siempre fue mi sueño tener una casita en la costa, en esta o en
cualquier playa.
Pau:
Y bueno, quien sabe, capaz más adelante lo cumplís… O lo cumplimos.
Pedro:
(La abraza y besa) Ojala que lo cumplamos juntos. Te amo.
Pau:
Yo más.
En
ese momento Moro se baja del auto y empieza a correr por todo el lugar, Pedro y
Pau se reían ante la emoción que tenía el perrito frente a tanto parque para él
solo. Bajan las cosas del auto y se acomodan en la casa. Cuando terminan de ordenar
todo, Pau, que había sido precavida saca un tupper con empanadas hechas por
ella que había llevado y las pone en una fuente para calentarlas en el horno.
Pau:
La primera vez que hago empanadas, eh. Espero que estén ricas. (Con miedo)
Pedro:
Seguro, de a poco vas aprendiendo más cosas y todo te está saliendo riquísimo por
ahora. Me parece que vos no cocinas de fiaca no más, no porque te salga mal.
Pau:
Si, es por eso. Mucha fiaca me da. (Riendo) Pero por eso mismo me falta la práctica
y con la práctica se van mejorando las cosas.
Pedro:
¡Con practica serias toda una cheff entonces! (La abraza por la espalda)
Paula:
Cállate Pedro. Deja de decir pavadas y enjuaga unos vasos así comemos.
Pedro:
A sus órdenes.
Almuerzan
y con el cansancio acumulado que traían de la semana de trabajo, no querían más
que dormir una siesta, encima en ese lugar había mucha paz, mucho silencio, se
re prestaba para dormir un rato tranquilos.
Arman
la cama entre los dos y se recuestan allí, caen rendidos.
Pedro:
No sé de donde saque tanto cansancio de golpe, pero venir acá y relajar,
alejarme de las responsabilidades me dio muchísimo sueño.
Paula:
Posta que a mí también. Hace bien cambiar un poco de aire. Bajar unos cambios.
Pedro:
Si, la verdad y más si es con vos.
Paula:
Que meloso estas últimamente.
Pedro:
Es que cada día me enamoras más.
Paula:
(Muerde su labio inferior a causa de la ternura que le daba lo que decía su
novio) Y vos a mí. (Lo besa con mucho amor y luego se recuesta sobre su pecho)
Che, cada vez se pone más oscuro el día. (Mirando por la ventana)
Pedro:
Si, cuando entre en el kiosko de la estación de servicio a comprar las
golosinas, en el noticiero decían que el clima de estos días no iba a ser el
mejor, bastante nublado y mucha probabilidad de lluvia.
Paula:
Parece que mucha playa no vamos a tener.
Pedro:
No me importa, solo quiero disfrutarte a vos. (Besándole la cabeza y atrayéndola
más hacia él) ¿Dormimos un rato, no?
Paula:
Si, pone el despertador a las 5, porque son las 3, pero puedo pegarle derecho
hasta la noche si nadie me despierta.
Pedro:
Dale, lo pongo a esa hora así merendamos en la playa… Si el clima nos lo
permite.
Efectivamente
ninguno de los dos se levanta antes de que el despertador suene, hasta Moro se había
quedado profundamente dormido a los pies de la cama. Una vez que se despiertan,
preparan el mate pero como ven que afuera se había levantado un poco de viento
y la temperatura había descendido bastante deciden merendar en la casa.
Luego
de unos ricos mates, se abrigan un poco y salen a caminar por la playa llevando
a Moro con la correa. El perrito que nunca había pisado la arena, al principio quería
correr todo el tiempo, parecía que le daba asco, caminaba raro y Pedro se
descostillaba de risa. “¡Menos instinto animal tiene! Los malcrías mucho Pau…”
Comentaba mientras reía.
Tras estar más de una hora caminando sin parar
por la playa, tomados de la mano y charlando de todo lo que se les ocurriera, deciden
pegar la vuelta, tampoco querían alejarse ni cansarse tanto.
Cuando
volvían les parecía que no llegaban más.
Paula:
Caminamos mucho, eh. No me pareció tanto a la ida.
Pedro:
Es que para aquel lado teníamos viento a favor. (Dice señalando hacia sus
espaldas) Ahora vamos haciendo esfuerzo.
Paula:
Si, es verdad. Ya quiero llegar, encima las nubes cada vez son más feas, me dan
miedo las tormentas, lo sabes. Más si estoy al descubierto.
Pedro:
No pasa nada tonti, estás conmigo.
Paula:
Gracias…
Efectivamente el cielo se ponía cada vez más
oscuro, hasta Moro lo notaba y se ponía nervioso poco a poco. A él tampoco le
gustaban las tormentas. Pau iba caminando bien cerquita de su novio quien la
abrazaba por los hombros, y rogaba llegar pronto a la casa, solo quería estar
bajo techo.
Para
mala suerte de los tres, justo doscientos metros antes de llegar a la bajada de
playa por la que salían a la calle en la que se encontraba la casita que habían
alquilado, la lluvia comenzó a caer. Caía suave, eran gotas pequeñas, pero el
viento de frente hacia que se empapen, para colmo el agua estaba congelada y
les calaba hasta los huesos.
Pedro:
Dale Pau, camina un poquito más rápido así llegamos.
Paula:
Es que tengo mucho frío. (Decía mientras tiritaba)
Pedro:
Por eso, dale, vamos.
Aceleran
un poco el paso y consiguen llegar bajo techo antes que lo peor de la tormenta
se desate con mayor fuerza.
que lindo cap♥! segui subiendo porque me re copo tu nove! jaja besos
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